“Dios es mi Padre, qué feliz soy, soy hijo suyo, soy Hijo de Dios”. Estas palabras, que el Obispo de Orihuela-Alicante (España), Mons. José Ignacio Munilla Aguirre, aprendió en su juventud, nos recuerdan el fundamento más sólido y verdadero sobre el cual debemos construir nuestra autoestima.
¿Alguna vez te has preguntado cuál es la verdad de tu vida? El Mons. Munilla respondió a esta duda con una frase que aprendió en la adolescencia y que nos recuerda la gran certeza de la vida.
En un video que compartió la página “Se Buscan Rebeldes”, el obispo indicó que durante una clase en su época escolar, el profesor de religión, hermano Manuel Armalé, les dio una lección que no ha olvidado hasta ahora.
“Nos decía que nuestra vida tiene que estar fundada sobre un gran convencimiento, sobre una gran certeza: ¿cómo entiendo mi vida? ¿Dónde está aquello que me da la garantía de estar bien fundado?
Y nos dijo lo siguiente: ‘Repetid conmigo: Dios es mi Padre, qué feliz soy, soy hijo suyo, soy Hijo de Dios’”.
La frase impactó a Mons. Munilla, no solo por las palabras, sino por la forma en que lo transmitía.
“Dejó a un lado los libros, dejó a un lado los apuntes y nos estaba compartiendo su experiencia más fuerte: aquello que a él le había permitido afrontar muchos problemas en su vida, con un convencimiento muy grande de que había un suelo firme que él estaba pisando y que, por muchos problemas que hubiese, ese suelo firme nadie se lo podía quitar”.
A pesar de los años, esta anécdota permanece en la mente del obispo, y es para él la respuesta al gran dilema sobre dónde asentar nuestra autoestima.
“El gran drama es que no nos queremos a nosotros mismos. Jesús dijo en el Evangelio: Ama al prójimo como a ti mismo. Pero es que, si no te quieres a ti mismo, ¿cómo vas a amar al prójimo?
¿En qué fundamos nuestra autoestima? ¿En que los demás hablen bien de nosotros? ¿En que nos pongan muchos “likes” en Instagram o en Facebook? ¿En qué fundo mi autoestima? ¿En las notas que me pongan en clase? ¿En que haya conseguido alcanzar los primeros puestos para acceder a la universidad o para tener derecho a una facultad determinada?
El gran drama es que nuestra autoestima esté fundada en barro, que esté puesta sobre arenas movedizas. Hay una gran roca sobre la que debemos fundar nuestra vida: el amor de Dios, que no falla nunca”.
Mons. Munilla resaltó que a lo largo de su vida, muchas veces ha repetido esta frase, especialmente en los momentos difíciles, donde ha tenido que enfrentar persecución.
“Me he puesto delante del Señor en la capilla, me he arrodillado y he repetido: Dios es mi Padre, qué feliz soy, soy hijo suyo, soy Hijo de Dios. En Él lo tengo todo. Todo lo puedo en su presencia.
Creo que esa bondad de Dios, esa paternidad de Dios que nos cuida, que es providente, que es capaz de conducir el hilo de nuestra historia hasta el final, es verdaderamente la que funda nuestra autoestima, la que funda nuestra felicidad. Recuérdalo: Dios te quiere feliz”.
Muchos usuarios han agradecido las palabras del obispo y han dejado comentarios de apoyo a su mensaje.
“Gracias, gracias Padre por esta confirmación en mi filosofía de salpicar aquellos que Dios me pone enfrente, es importante fundar desde muy temprano en la vida el amor a Dios en el corazón”.
“Gracias por su poder de Convicción. Me mueve el corazón, pero no en un mero sentimiento, sino que es una gran verdad”.
“Hermosa reflexión padre gracias por la enseñanza para el crecimiento personal”.
“Buena pregunta para hacernos, ¿en qué fundamos nuestra autoestima?”.