¿Sabías que si no puedes recibir la eucaristía -y estás en gracia- puedes hacer una comunión espiritual? En este período en que el coronavirus obligó a muchos países a cancelar espectáculos públicos -e incluso misas- compartimos el acto de comunión espiritual de san Alfonso María de Ligorio para tener otra forma de unirte a Cristo.

La importancia de la celebración eucarística

Todos los católicos estamos conscientes de la importancia de la misa: la celebración eucarística es el centro de la vida cristiana. Desde los tiempos de Cristo, cada domingo la liturgia actualiza de modo real e incruento el Sacrificio de la Cruz para la remisión de nuestros pecados (CIC 1366).

Además de esta dimensión, la misa también es una acción de gracias al Padre por “todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación” (CIC 1360).

Jesús mismo nos dijo “hagan esto en conmemoración mía” (1 Co 11, 24-25) y las misas se han celebrado regularmente por veinte siglos. Queda pues en claro la importancia que tiene la celebración eucarística y su núcleo: la consagración y la comunión.

Cristo está presente de múltiples maneras para su Iglesia. Está presente en la oración, en la Palabra, en los pobres, los enfermos, en los sacramentos, pero “sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas“, es decir, en el pan y el vino (CIC 1373).

Esto significa que, a través de la comunión, todos los católicos que previamente nos hemos confesado nos acercamos más a Cristo y nos alejamos del pecado. Al mismo tiempo, la Eucaristía borra los pecados veniales y nos preserva de futuros pecados mortales.

Por esta y otras razones, dejar de comulgar por cualquier razón es una pérdida irreparable para cualquier cristiano…

¡Pero calma! Porque Dios en su infinito amor nos permite que la gracia santificante que nos regala en la Eucaristía también podamos recibirla mediante una comunión espiritual.

El propio papa san Juan Pablo II afirmó que “es conveniente cultivar en el ánimo el deseo constante del Sacramento eucarístico. De aquí ha nacido la práctica de la  ‘comunión espiritual’, felizmente difundida desde hace siglos en la Iglesia y recomendada por Santos maestros de vida espiritual” (Ecclesia de Eucharistia, 32).

Inspirados en estas palabras, compartimos el acto de comunión espiritual que utilizaba san Alfonso María de Ligorio, por si en algún momento no puedes comulgar en especie. Se trata expresar profundamente nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y de pedir que se una a nosotros.

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.

Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado,

ven a lo menos espiritualmente a mi corazón.

(Pausa en silencio para adoración)

Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti.

No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén.

 

Esperamos que este acto de comunión espiritual te traiga consuelo cuando tengas hambre de Cristo.

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