El entrenador Carlo Ancelotti recibió un regalo muy especial que resalta su devoción a San Pío de Pietrelcina. El gesto de Nike y la Confederación Brasileña de Fútbol mostró que, en el fútbol, la fe también juega su propio partido.
Nike, con la ayuda de la agencia de marketing deportivo Manita, preparó un regalo simbólico que une a dos entrenadores, dos generaciones y una misma fe: la de Carlo Ancelotti y Mário Jorge Lobo Zagallo.
Dentro de una caja de madera hecha a medida, se colocó un díptico con las imágenes de San Pío de Pietrelcina y San Antonio de Padua, los santos de devoción de cada entrenador.
A su lado, un escapulario con ambos santos, unas zapatillas Air Force 1 con las palabras “Serenità” (Serenidad) y “Fe”, y una chaqueta blanca inspirada en la que Zagallo usó en 1998, ahora con las iniciales “C.A.”
“Sabemos que usted reza todos los días. No por victorias, sino por paz, salud y serenidad. Y quizás por eso mismo es tan especial tenerlo aquí, con nuestra Selección. Este presente habla de eso. De la fe. De aquello que no se ve, pero guía. De lo que no se entrena, pero se lleva en el pecho”, fragmento de la carta entregada a Ancelotti junto con el regalo.
Un lazo entre el cielo y el campo de fútbol
Durante la investigación creativa, el equipo de Manita descubrió una coincidencia providencial: Carlo Ancelotti es devoto de San Pío de Pietrelcina y llegó incluso a escribir el prólogo de un libro sobre fútbol firmado por el Papa Francisco.
Zagallo, por su parte, profesaba una profunda devoción a San Antonio, el “santo del número 13”, que lo acompañó en cada Mundial.
Esa conexión espiritual dio origen al concepto central del proyecto: la fe como legado, no como casualidad.
Ancelotti recibió el obsequio en el vestuario, pocos minutos antes del partido contra Corea del Sur, que culminó con una contundente victoria de Brasil por 5 a 0.
Esta es la carta que acompañaba el regalo:
Querido Ancelotti,
En su presentación al frente de la Selección Brasileña, usted recibió el histórico buso de Zagallo. En aquel momento, también se le entregó algo invisible, porque un tetracampeón mundial nunca se despide. Él atraviesa generaciones. Permanece. Es más que historia: es un estado de espíritu.
Y cuando se habla de Zagallo, siempre hay algo más. Como si el tiempo hiciera silencio para oírlo. Como si el fútbol esperara su bendición.
Zagallo es el mayor campeón de nuestra historia. Fue él quien bautizó la camiseta con el nombre de “Amarelinha”, como quien reconoce un manto. Era devoto de San Antonio, el santo celebrado el día 13, número que Zagallo transformó en símbolo de suerte, protección y fe.
El 13 pasó a formar parte de su identidad. Creía que todo lo que llevara ese número traería suerte. Llevaba en el bolsillo una pequeña imagen de San Antonio en cada partido. Era su fe, su amuleto, su forma invisible de entrar al campo.
En este regalo, reunimos dos símbolos de esa fe que trasciende el campo de juego. A la derecha, la imagen de San Antonio, santo de devoción de Zagallo, como símbolo de esperanza. A la izquierda, San Padre Pío, figura que usted bien conoce y admira.
Sabemos que usted reza todos los días. No por victorias, sino por paz, salud y serenidad. Y quizás por eso mismo es tan especial tenerlo aquí, con nuestra Selección. Este presente habla de eso. De la fe. De aquello que no se ve, pero guía. De lo que no se entrena, pero se lleva en el pecho.
Brasil cuenta ahora con el refuerzo de Zagallo en el cielo. Y el hincha, aquí en la Tierra, tiene a alguien más a quien recurrir. Él observa todo desde lo alto. Y, sin duda, está feliz de ver a la Selección Brasileña en sus manos.
El 10 de junio usted celebró un año más de vida. Tres días después celebramos a San Antonio, el santo del día 13. No es casualidad que la frase “ANCELOTTI HEXA” tenga trece letras.
¡Buena suerte, mister!