La Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza, que este año cae el 5 de marzo. Su nombre en latín es Quadragesima en referencia a los 40 días de penitencia que preceden al Domingo de Pascua.
La Cuaresma es un tiempo de preparación mediante la oración, el ayuno y la limosna para la alegría de la Pascua, en la que se conmemora la Resurrección de Cristo. En la historia de la Iglesia Católica, incluso existió un período litúrgico preparatorio conocido como la Septuagésima, que ayudaba a los fieles a entrar en la seriedad del tiempo cuaresmal.
¿Qué es la Septuagésima?
La Septuagésima, o pre-Cuaresma, abarca los tres domingos previos al Miércoles de Ceniza. Comienza con el Domingo de Septuagésima (aproximadamente 70 días antes de Pascua), seguido por el Domingo de Sexagésima (60 días antes de Pascua) y el Domingo de Quincuagésima (50 días antes de Pascua).
Este período facilita la transición de la alegría de la Navidad a la sobriedad de la Cuaresma. Adopta un tono más solemne sin la rigurosidad del ayuno cuaresmal, pero incorpora algunas prácticas litúrgicas de la Cuaresma, como la omisión del "Aleluya" y el uso de vestiduras de color morado.
Temas bíblicos de la Septuagésima
Cada domingo de la Septuagésima se enfoca en una figura del Antiguo Testamento, preparando a los fieles para el misterio pascual que se conmemora en el Triduo: Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo, hasta la Pascua.
El Domingo de Septuagésima recordamos a Adán; en el Domingo de Sexagésima, a Noé; y en el Domingo de Quincuagésima, a Abraham. Este patrón continúa durante la Cuaresma: el Segundo Domingo recuerda a Jacob, el Tercer Domingo a José y el Cuarto Domingo a Moisés. El objetivo de esta progresión es ayudarnos a comprender plenamente la importancia y las razones de la Cruz, que puede ser un obstáculo para la comprensión del mundo.
En Septuagésima, las lecturas sobre Adán nos enseñan acerca del pecado original. En Sexagésima, la historia del Diluvio nos muestra cuán malvado puede ser el hombre. En Quincuagésima, los sacrificios de Abraham y Melquisedec señalan el sacrificio de Cristo en la Cruz.
Orígenes históricos de la Septuagésima
Los domingos de la Septuagésima y las oraciones litúrgicas de este tiempo se vieron influenciados por una serie de calamidades que azotaron Roma en el siglo VI.
Por ejemplo, el Salmo 18 se reza al inicio de la Misa del Domingo de Septuagésima:
"las redes de la muerte me cercaban, ante mí estaban tendidas trampas mortales. En mi angustia yo invoqué al Señor, y clamé a mi Dios. Mi clamor llegó hasta sus oídos y desde su Templo oyó mi voz".
Estos temas de sufrimiento y desolación reflejan las dificultades de aquella época. Para el año 541 d.C., la Septuagésima ya estaba firmemente establecida en el calendario litúrgico romano.
¿Qué nos enseña la Septuagésima?
La Septuagésima nos deja importantes enseñanzas: que la Cuaresma debe abordarse de manera gradual y no de forma abrupta; que palabras sagradas como "Aleluya" son un privilegio; que el pecado nos exilia de nuestro verdadero hogar y que el Antiguo Testamento sigue siendo relevante para los cristianos.
La supresión del Aleluya durante 70 días antes de Pascua hace que su retorno en la Vigilia Pascual sea aún más jubiloso.
Además, el Domingo de Sexagésima nos anima a encontrar gozo en medio del sufrimiento, y el Domingo de Quincuagésima resalta la enseñanza de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios: sin amor, los actos de mortificación y limosna carecen de sentido (1 Cor 13,3). En conjunto, la Septuagésima es una excelente preparación para la Cuaresma.
Remanentes de la Septuagésima
El vestigio del espíritu de Septuagésima que aún perdura y que es más ampliamente conocido es el “Carnaval”, que culmina en lo que comúnmente se conoce como “Mardi Gras”. La palabra "Carnaval" proviene del latín y significa la "eliminación" (levare) de la "carne" (caro/carnis). Sin refrigeración, los productos cárnicos y lácteos se iban eliminando gradualmente de la dieta de los católicos en preparación para la Cuaresma. Las festividades ahora asociadas con el Carnaval representan una despedida del curso normal de la vida antes de que comience el ayuno de cuarenta días el Miércoles de Ceniza.
Una tradición romana
En Roma, la tradición de las iglesias estacionales, en la que los fieles peregrinan cada día de Cuaresma a un templo diferente, se introducía gradualmente durante la Septuagésima.
Cada domingo de la Septuagésima se asignaba una iglesia estacional, donde en siglos pasados el Papa, el clero y los fieles de Roma se reunían para prepararse para la peregrinación cuaresmal a las tumbas de los primeros mártires cristianos.