El “ojo turco” es un amuleto que se encuentra cada vez con más frecuencia en diversos hogares. ¿Tienes uno de ellos? Esto es lo que dice un sacerdote del Colegio de Exorcistas de la Arquidiócesis Primada de México sobre sus peligros.

El “ojo turco” es empleado por mucha gente como una forma de protección contra el “mal de ojo” y las “malas energías. Sin embargo, el P. Alberto Medel subrayó en un diálogo con ACI Prensa que “ningún amuleto es algo positivo, y ningún amuleto tiene capacidad de protección”.

Quienes creen en cosas como “el mal de ojo y en cualquier otro tipo influjo supersticioso, lo mismo pueden creer en eso que creer que existen las hadas madrinas y todos los personajes de la fantasía de la ficción”, expresó.

Sacerdote advierte sobre el peligroso uso del amuleto “ojo turco”

El sacerdote explicó que “como cualquier otro objeto supersticioso, aleja a la persona de Dios, sobre todo porque es una expresión de desconfianza al poder de Dios y más aún, de desconocimiento de Su amor”.

Al mismo tiempo, el padre Mendel enfatizó que que solo Dios tiene una fuerza superior, “y un creyente naturalmente, confía en ese poder de Dios”.

Muchos tienen un “ojo turco” solo por decoración, porque les gusta su forma y colores. Sin embargo, el sacerdote señala que “el problema es que ese tipo de objetos no dejan de tener una fuerte carga simbólica”.

“Es decir, yo puedo no creer en el supuesto poder que tiene. Sin embargo, para alguna persona que visita mi casa o que me ve que traigo colgado eso, aunque solo sea por adorno o porque me gusta, no deja de causar confusión”.

En este sentido, “es una falta de testimonio, pues alguien que me vea con esas cosas puestas pensaría que yo creo en eso”.

Tres peligros de todos los amuletos

El padre Medel describe todo cristiano que usa un amuleto “enfrenta tres peligros”.

1) El cristiano se aleja de Dios, porque confía más en una cosa que en Dios mismo. El solo hecho de creer que eso podría tener algún poder nos hace desconfiar de Dios y confiar en algo que no es Dios”.

2) “Aumenta en nosotros los miedos y las ideas vagas, imprecisas, que vienen de la ignorancia de nuestra fe, de que cosas o personas fuera de Dios tienen algún tipo de poder sobre nosotros”.

3) “Dar un falso testimonio de su fe”

La Palabra de Dios, indicó el sacerdote, “es la que guía, es la que ilumina. El miedo es algo natural, pero cuando se ignora la Palabra de Dios, ese miedo crece, porque entonces es alimentado por la ignorancia, por la fantasía”.

¿Tú qué piensas?

Este artículo fue publicado originalmente en ACI Prensa.

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