El Oficio de los Muertos es un ciclo de oración de la Liturgia de las Horas, dicha por el reposo del alma de una persona o grupo de personas fallecidas. Es la lectura adecuada en el Día de los Fieles Difuntos para todas las almas en el Purgatorio, y puede ser un oficio votivo en otros días cuando se dice para un difunto en particular.
En un artículo para National Catholic Register, Kevin Di Camillo, compartió un Oficio de los Muertos que puedes rezar por la persona que creas que más lo necesita en este momento.
Lo que distingue al Oficio de los Muertos de muchas otras prácticas y devociones buenas y piadosas -siendo el máxima expresión una Misa en memoria de los fieles difuntos- es que se trata de una liturgia que se puede practicar solo en cualquier momento (salvo el domingo o solemnidad).
La belleza de la Liturgia de las Horas en general y del Oficio de los Muertos en particular es que puede recitarse sola , y al mismo tiempo esta oración “individual” está unida a la oración de la Iglesia: de ahí el término “liturgia”.
¿Quieres orar por un difunto en particular? Reza el Oficio de los Muertos
1) Comienza con “Oh Señor, abre mis labios / y mi boca declarará tu alabanza” mientras haces una pequeña cruz en tus labios.
2) Busca el Salmo 95 en su salterio o Biblia. (También puede utilizar los Salmos 100, 24 o 67).
3) Después de cada estrofa de este salmo, repita la antífona “Venid, adoremos al Señor, todas las cosas viven para Él“.
4) Al final del salmo, recita el “Gloria“.
5) Repite la antífona nuevamente.
6) El himno es el siguiente. Cualquier canto fúnebre adecuado servirá.
7) A continuación, lee los Salmos 40 y 42 (el Salmo 40 está dividido en dos: las primeras siete estrofas, luego las siete siguientes). Usa las antífonas al principio y al final de cada una: “De la tierra me formaste, de carne me vestiste: Señor, Redentor mío, resucitame en el Día Postrero” y “Señor, rescátame; mírame y ayúdame“. “Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo te veré, cara a cara?” Al final de cada una de los tres agregue el Gloria.
8) Luego di: “Señor, innumerables son tus misericordias, dame vida según tu Palabra“.
9) Sigue una lectura de 1 Corintios 15: 12-24, o 1 Corintios 15: 35-57 o 2 Corintios 4: 16-18.
10) Dado que sigue una lectura patrística, y es probable que no tengas el Sermón 172 de San Agustín ; 1-3 PL 38, 936-7, puede sustituirlo el Evangelio de San Juan 12: 23-26.
11) La oración final sigue: “Oremos: Señor, escucha nuestras oraciones. Al levantar a tu Hijo de entre los muertos, nos has dado fe. Fortalece nuestra esperanza de que [nombre la persona fallecida], nuestro hermano/a participe en Su resurrección. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.” Y concluya con: “Alabemos al Señor. Y dámosle gracias. Amén.”
Reza este Oficio de los Muertos por la persona que creas que más lo necesite.
Este artículo fue traducido y adaptado de National Catholic Register.
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