Para encontrar la voluntad de Dios en nuestras vidas, es necesario algo esencial que muchos pasan por alto: el silencio. El Padre Fernando Suárez recordó que solo en un silencio auténtico el corazón se abre de verdad a la voz de Dios.
En un capítulo del podcast “Llamados”, el rector de la Basílica Pontificia San Juan de Ávila señaló que muchas veces olvidamos la importancia del silencio, inclusive en la Adoración Eucarística, donde la música, por más bella que sea, puede impedir que el silencio haga su obra.
“Es necesario el silencio, silencio para escuchar, y una buena práctica sería hacer un tiempo largo de silencio: sea unos ejercicios espirituales, sea un retiro, pero largo, largo”.
El sacerdote recordó que, durante sus años en el seminario, comenzaron a ofrecer los ejercicios espirituales Coraje de la diócesis de Córdoba.
“Son ejercicios espirituales de tres días. Pues tres días, para mucha gente, se le hace un mundo: ‘¿cómo así yo tres días? ¡tres días en silencio, imposible!’. Todos los que hacen ejercicios terminan escuchando que Dios habla. Dios habla, y ahí es donde uno puede empezar a discernir”.
El silencio en la vida de los santos
Muchos santos han subrayado el valor del silencio en la vida de fe, recordando que no es simplemente ausencia de ruido, sino un espacio donde nuestra oración puede dar verdaderos frutos.
A continuación, te compartimos algunas frases de santos que han hablado de este gran aliado espiritual.
“El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz” - Santa Teresa de Calcuta.
“El alma silenciosa es fuerte; ninguna contrariedad le hará daño si persevera en el silencio. El alma silenciosa es capaz de la más profunda unión con Dios; vive casi siempre bajo la inspiración del Espíritu Santo. En el alma silenciosa Dios obra sin obstáculos” - Santa Faustina Kowalska.
“El continuo silencio, y estar olvidados y apartados del ruido de las cosas del mundo, levanta el corazón, y hace que pensemos en las cosas del cielo” - San Bernardo de Claraval.