¿Puede el cómic japonés o manga ser una herramienta para transmitir la fe a las nuevas generaciones? Kan Takahama busca compartir la historia de los kakure kirishitan, los "cristianos ocultos" en Japón, en su nueva obra "Shishi to Botan" (El león y las peonías).
La autora de 48 años presentó su obra en Italia en un ciclo de conferencias organizadas por la Embajada de Japón ante la Santa Sede y la Archidócesis de Lucca del 17 al 20 de marzo. El evento conmemora el 440 aniversario de la "Embajada Tensho", la primera delegación japonesa que visitó Roma en 1585.
Esta expedición, liderada por el sacerdote jesuita Alessandro Valignano, llevó a jóvenes de familias feudales católicas japonesas y un pequeño grupo de acompañantes en un viaje de 8 años hacia Europa, en un intento de dar a conocer Japón en la Iglesia.
#Giubileo
— Vatican News (@vaticannews_it) March 18, 2025
Per i 440 anni dall'ambasceria Tenshō, il 17 marzo alla @UniGregoriana una giornata di studi che ha messo in luce gli aspetti storici ma soprattutto spirituali della prima missione diplomatica giapponese inviata in Europa.#VaticanNewsIthttps://t.co/DreHhrYIIx pic.twitter.com/rRjZkTXy5B
El legado de los cristianos ocultos
Cuando el cristianismo fue prohibido en el país en el siglo XVII, muchos fieles japoneses se vieron obligados a practicar su fe en secreto.
“El jefe de la aldea lideraba la comunidad, fijaba las festividades religiosas según el calendario litúrgico y conservaba los libros sagrados. El catequista enseñaba a los niños, mientras que aquellos que conocían las fórmulas bautismales administraban el sacramento. Un heraldo recorría las casas anunciando los domingos, las fiestas cristianas y los días de ayuno y abstinencia”, señala la agencia Fides.
El Papa Francisco recordó la historia de estos cristianos perseguidos durante la audiencia general del 15 de enero de 2014.
“Es ejemplar la historia de la comunidad cristiana en Japón. Ésta sufrió una dura persecución a inicios del siglo XVII. Hubo numerosos mártires, los miembros del clero fueron expulsados y miles de fieles fueron asesinados. No quedó ningún sacerdote en Japón, todos fueron expulsados. Entonces la comunidad se retiró a la clandestinidad, conservando la fe y la oración en el ocultamiento. Y cuando nacía un niño, el papá o la mamá, lo bautizaban, porque todos los fieles pueden bautizar en circunstancias especiales. Cuando, después de casi dos siglos y medio, 250 años más tarde, los misioneros regresaron a Japón, miles de cristianos salieron a la luz y la Iglesia pudo reflorecer”.
Takahama, originaria de Amakusa, una región que fue un refugio de estos cristianos perseguidos, descubrió documentos antiguos en su propia casa y comenzó una investigación profunda sobre el tema.
Su manga "Shishi to Botan" está inspirado en la rebelión de 1638, cuando un grupo de campesinos cristianos, liderados por el samurái católico Shirō Amakusa, se levantó contra la opresión.
“Tras la derrota del levantamiento, su joven líder de 17 años, junto con todos los participantes y simpatizantes, fueron masacrados. A raíz de estos eventos, la persecución contra los cristianos en Japón se intensificó aún más”, señala Vatican News.
En una conferencia durante el festival Lucca Comics & Games del 2023, Takahama indicó que esta obra muestra a personajes contemporáneos que buscan un tesoro custodiado por los cristianos perseguidos del Japón feudal.
“Quiero mostrar lo que sucedió porque encontré documentos históricos sobre aquella tragedia en mi casa. Ese documento no estaba directamente relacionado con los hechos, pero investigué las tradiciones de mi isla, Amakusa, y pedí ayuda a otras familias. Hice esta investigación durante cinco años”.
Las regiones de Amakusa y Nagasaki, donde los cristianos ocultos resistieron durante 250 años, han sido reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Takahama y su camino hacia la fe
En una charla el 4 de noviembre de 2023, en el Salón Episcopal del Arzobispado de Lucca, la autora contó cómo conoció la fe.
“No tuve contacto alguno con el cristianismo hasta la edad adulta. Cuando era niña, creía que mi familia era budista o atea.
Durante los primeros años de la era Showa (1926-1989), muchas personas murieron jóvenes debido a la guerra y las enfermedades. En medio de esas tragedias, se perdió la memoria del pasado cristiano de mi familia.
Mi primer acercamiento a la fe ocurrió a los veinte años, en la etapa más oscura de mi vida. Me volví adicta al alcohol y a los psicofármacos, y mi existencia se sumió en la desesperación.
Un día, encontré el diario de mi abuelo. Aunque murió joven, a los 34 años, dejó sus memorias y un pequeño papel con versículos de la Biblia. Sus palabras me tocaron profundamente y se quedaron conmigo hasta hoy.
Intenté superar mi adicción por mí misma, pero solo empeoré. A esto se sumó el terremoto de Kumamoto, que destruyó mi hogar. En ese momento entendí que no podía seguir sola.
Ingresé a un grupo de Alcohólicos Anónimos y allí escuché por primera vez la Oración de la Serenidad. Poco después, entré a una iglesia por primera vez.
Los síntomas de abstinencia fueron duros, pero una persona en especial me ayudó a sobrellevarlos. Era una señora de 80 años, descendiente de las víctimas de la Cuarta Persecución Cristiana del siglo XIX, la última del Periodo Edo.
Ella me enseñó sobre la paciencia y la dignidad. Con su apoyo, logré superar los seis meses más difíciles de abstinencia.
Así que, igual que mis antepasados hace 400 años, yo también dije: ‘De ahora en adelante, quiero acercarme a la Iglesia’”.