Muchas personas han intentado explicar por qué se tocan campanas en la Misa católica, pero muchas respuestas han resultado incompletas o erróneas. Sin embargo, el Padre Dwight Longenecker ofreció una explicación que podría ser la correcta.
En su cuenta de X (antes Twitter), el párroco de la iglesia Our Lady of the Rosary, en Estados Unidos, compartió la siguiente explicación.
En la Edad Media, las iglesias tenían muchos altares laterales. Aún hoy puedes ver numerosas capillas laterales cuando visitas una catedral medieval en Europa.
A menudo, estas capillas eran añadidas a una iglesia o catedral por un benefactor adinerado que dejaba una dotación (un terreno que generaba ingresos).
Esa dotación cubría el estipendio de un sacerdote para celebrar la Misa diariamente en la capilla por el descanso del alma del donante y de sus familiares.
Como resultado, se celebraban Misas todos los días en todas las capillas y altares laterales. En los monasterios, cada monje-sacerdote ofrecía su propia Misa por intenciones específicas. Los estipendios de los donantes sostenían económicamente a estos sacerdotes o monjes.
A estos sacerdotes se les llamaba "capellanes" y, además de su obligación de celebrar la Misa en su capilla, a menudo tenían funciones pastorales.
La capilla de sufragios en una de las antiguas iglesias anglicanas donde serví, por ejemplo, también funcionaba como aula escolar, y el sacerdote de la capilla era el maestro.
De todos modos... si entraras en una iglesia, abadía o catedral medieval en cualquier momento del día, la Misa estaría ocurriendo.
De hecho, muchas Misas se celebraban al mismo tiempo. La iglesia permanecía abierta y, en lugar de que los fieles asistieran a una Misa a una hora establecida para recibir la comunión, simplemente entraban a la iglesia para orar, adorar y pasar tiempo con el Señor.
En aquella época, la mayoría de los fieles rara vez recibían la comunión, y cuando lo hacían, solía ser solo una vez al año, en Pascua.
Si alguien estaba en la iglesia rezando, o incluso conversando con vecinos, su atención se dirigía inmediatamente a la Misa cuando sonaba la campana.
Imagina que estás en una de esas iglesias en aquella época. Ha sido un día ajetreado en el campo. Entras en la iglesia para rezar y, mientras te arrodillas en un rincón, detrás del coro, suena una campana y sabes que el Señor está presente.
Entonces diriges tu atención a Él en alabanza y adoración. Por eso se hacían sonar las campanas, y si visitas hoy una catedral medieval —llena de turistas ruidosos—, entenderás por qué era necesario el sonido de la campana para hacer callar a la gente y llevarla a la oración.
La tradición ha continuado. Aunque nuestras circunstancias han cambiado, la campana sigue sonando para reunirnos y ayudarnos a enfocar nuestra atención en Dios.