El 22 de febrero comenzó el tiempo de Cuaresma, un tiempo en el que recordamos los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto preparándose para la Pascua.

La Cuaresma es un período de penitencia, en el que nos volcamos aún más a la práctica de la oración, el ayuno y la limosna, buscando tener un corazón más puro, temeroso de Dios y libre de todo pecado.

Por eso, durante la homilía del Miércoles de Ceniza, el Papa Francisco compartió tres claves para vivir este tiempo de preparación camino a la Pascua.

Papa Francisco recuerda el camino que transformará tu corazón en esta Cuaresma

La Cuaresma es el tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás; para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado; para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana”, mencionó el Papa Francisco

Pero, ¿cómo volver a Dios y a los demás durante este período especial? El santo Padre recomienda tres vías: la limosna, la oración y el ayuno.

“La limosna -explica el Papa Francisco- no es un gesto rápido para limpiarse la conciencia, sino un tocar con las propias manos y con las propias lágrimas los sufrimientos de los pobres. La oración no es ritualidad, sino diálogo de verdad y amor con el Padre. El ayuno no es un simple sacrificio, sino un gesto fuerte para recordarle a nuestro corazón qué es lo que permanece y qué es lo pasajero”.

En este sentido, el Santo Padre invitó a los fieles a que estas tres vías no queden en gestos exteriores.

Cuarenta días para transformar nuestro corazón

“Nos han dado cuarenta días favorables para recordarnos que el mundo no se cierra en los estrechos límites de nuestras necesidades personales y para redescubrir la alegría, no en las cosas que se acumulan, sino en el cuidado de aquellos que se encuentran en la necesidad y en la aflicción“.

“Se nos otorgan cuarenta días favorables para dar a Dios la primacía de nuestra vida, para volver a dialogar con Él de todo corazón, no en ratos perdidos”, agregó el Santo Padre.

“Se nos ofrecen cuarenta días favorables para reencontrarnos, para frenar la dictadura de las agendas siempre llenas de cosas por hacer; de las pretensiones de un ego cada vez más superficial y engorroso; y de elegir lo que de verdad importa“.

Fijemos nuestra mirada en el Crucificado y caminemos. Respondamos con generosidad a las llamadas fuertes de la Cuaresma. Al final del trayecto encontraremos con más alegría al Señor de la vida, al único que nos hará resurgir de nuestras cenizas“, finalizó el Papa Francisco.

¡Elevemos el corazón hacia el Señor!

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