Instantes después de haber sido salvado del castigo eterno, un rey exclamó:

“¡Bendito sea el Rosario de la Santísima Virgen María, por el cual he sido liberado de la condenación eterna!”

Para ayudarnos a comprender el poder de esta antigua arma contra el Maligno, el libro de San Luis María de Montfort, El Secreto del Rosario, nos lleva muchos años atrás, a la extraordinaria historia del rey Alfonso de León y Galicia (1118-1230).

El Rey deseaba que todos sus servidores honraran a la Santísima Virgen María, por lo que colgó un gran rosario en su cinturón, aunque rara vez lo rezaba.

Rey Alfonso de León y Galicia. Créditos: Dominio público.

Un día, el Rey cayó enfermo y lo dieron por muerto. El se encontró ante el tribunal de Cristo.

Momentos antes de ser condenado, Nuestra Señora intercedió rápidamente por él.

La Virgen colocó sus pecados en una balanza. En otra, colocó su gran rosario y los muchos Rosarios que otros habían recitado por su ejemplo. Los Rosarios pesaban más que sus pecados.

Y así, fue salvado.

Luego, Nuestra Señora dijo:

“Como recompensa por este pequeño honor que me diste al llevar mi Rosario, he obtenido una gran gracia para ti de mi Hijo. Tu vida se salvará por unos años más. Procura pasar estos años sabiamente y haz penitencia”.

Hoy, cuando parece que la oscuridad cubre nuestro mundo y los enemigos de nuestra alma se hacen más fuertes, debemos acudir a la tierna y compasiva Reina del Cielo en busca de refugio.

Podemos contar con la poderosa intercesión de Nuestra Señora, quien está vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y quien, con su simiente, ha aplastado la cabeza de la serpiente.

Octubre es tradicionalmente el mes del Rosario 

El 7 de octubre es la fiesta de Nuestra Señora del Rosario.

Los orígenes de esta fiesta se remontan a muchos siglos atrás, cuando la Iglesia en Europa estaba al borde del colapso.

El Papa Pío V instó a todos los cristianos de Europa a invocar la intercesión de Nuestra Señora a través del rosario:

“Los Romanos Pontífices, y los otros Santos Padres, nuestros predecesores, cuando se hallaban bajo la presión de guerras temporales o espirituales, o perturbados por otras pruebas, a fin de más fácilmente poder librarse de éstas y, alcanzada la tranquilidad, poder quieta y fervorosamente estar libres para servir a Dios, … y con David levantaban los ojos hacia los montes, confiando con esperanza cierta de que habrían de recibir de allí su socorro". (Consueverunt Romani Pontifices, 17 de septiembre de 1569).

También convocó a todos los príncipes cristianos de Europa a unirse contra esta amenaza inminente y formar la Liga Santa.

Pero el 7 de octubre de 1571, la mañana de la Batalla de Lepanto, las probabilidades estaban en contra de la Liga Santa.

Estaban gravemente superados en número por el ejército otomano, y el viento soplaba en su contra.

Aferrándose a su última esperanza, el ejército cristiano recurrió a la oración.

Batalla de Lepanto. Créditos: Dominio público.

De repente, al final del día, el viento cambió a favor de la Liga Santa, que derrotó a los otomanos y liberó a 12 mil esclavos cristianos.

La poderosa arma del Rosario salvó a la cristiandad de las garras de los invasores otomanos.  

Y de la misma manera, Nuestra Señora es una poderosa intercesora para nosotros hoy, especialmente cuando invocamos su protección a través del Santo Rosario.

¿Cómo surgió el Santo Rosario?  

Nuestra Señora se apareció en Prouilhe, en el sur de Francia, a Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), fundador de la Orden de Predicadores, luego conocidos como los Dominicos.

En el año 1214, Santo Domingo estaba angustiado porque la oscuridad de los herejes albigenses cátaros parecía ubicua.

Se retiró solo a un bosque y oró, ayunó y lloró incesantemente durante tres días y tres noches hasta que cayó en coma.

Créditos: Lawrence OP, Flickr, CC BY-NC-ND 2.0

Entonces, la Santísima Virgen se le apareció con tres ángeles a su lado y le dijo:  

"Si quieres alcanzar a estas almas endurecidas y ganarlas para Dios, predica mi Salterio" (De Dignitate Psalterii, por el Beato Alano de la Roche).

Durante muchos siglos, el Rosario fue conocido como "El Salterio de Nuestra Señora".

Y así, lleno de ardiente celo, Santo Domingo predicó el Rosario.

El pueblo de Toulouse abrazó el cristianismo y buscó imitar la vida virtuosa de Cristo y su Santísima Madre.

Un día, Santo Domingo, al reunirse con San Francisco de Asís y el hermano Ángel, también predijo el poder milagroso del Escapulario y el Rosario juntos.

Santo Domingo dijo:

“Hermano Ángel, a tu Orden del Carmen, la Santísima Virgen María les dará una devoción conocida como el Escapulario Marrón, y a mi Orden de Predicadores, les dará una devoción conocida como el Rosario”.  
“Un día, a través del Rosario y el Escapulario, ella salvará al mundo.”

Te dejo con las conmovedoras palabras de San Luis María De Montfort:  

"Créanme que recibirán la corona inmarcesible (1Pe 5,4), que no se marchitará jamás, si se mantienen fieles en rezarlo devotamente hasta la muerte, no obstante la enormidad de sus pecados.
Aunque estuvieran ya al borde del abismo, aunque estuvieran ya con un pie en el infierno... se convertirán tarde o temprano y se salvarán, siempre que -lo repito, y noten bien las palabras y términos de mi consejo- recen devotamente, todos los días hasta la muerte, el Santo Rosario con el fin de conocer la verdad y alcanzar la contrición y perdón de los pecados”. (El Secreto del Rosario)

Cuando parece que el mal prevalece, debemos mantenernos firmes como nuestros antepasados en la fe y aferrarnos a esta poderosa arma espiritual que se nos ha dado para conquistar el mundo con la verdad de Cristo.

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