Judas Iscariote fue el apóstol que traicionó a Jesús. Esta traición fue su primera tragedia, pero ¿sabías que hubo algo quizás peor que entregar a Cristo?
Por las Sagradas Escrituras sabemos que Judas fue uno de los doce apóstoles que Cristo eligió para comunicarles la Buena Nueva.
¿Quién era Judas Iscariote?
El Papa Benedicto XVI, en su libro Los Apóstoles y los primeros discípulos de Cristo, explica que el apelativo “Iscariote” significa, según la explicación más común, “hombre de Keriot”, es decir, su pueblo de origen.
Sin embargo, otros asocian ese término con “sicario”, un guerrillero armado con un puñal que en latín se denomina “sica”. Finalmente, hay quienes ven en ese apodo la transcripción de una raíz hebreo-aramea que significa “el que iba a entregarlo”.
En cualquier caso, Judas era uno de los colaboradores más cercanos a Jesús y los apóstoles, posiblemente, señala Benedicto XVI, el ecónomo del grupo (Jn 12, 6; 13, 29).
La traición de Judas, su primera tragedia
La forma en que este apóstol traicionó a Jesús tuvo dos etapas. Primero cuando buscó la manera de entregarlo al Sanedrín por treinta monedas de plata (Mt 26, 14-16), la segunda, cuando la concretó con aquel beso a Jesús en Getsemaní.
¿Por qué traicionó a Jesús? No hay manera de saber lo que pasaba por la cabeza de Judas, pero hay varias hipótesis. Algunos señalan su deseo de riqueza, otros prefieren una explicación mesiánica según la cual Judas se habría decepcionado de que Jesús no promoviera una liberación político-militar.
Como fuere, Benedicto XVI recuerda que los evangelios ponen la causa en aspectos más humanos e individuales, en la responsabilidad personal. Según el evangelio de Juan (Jn 13, 2) y Lucas (Lc 22, 3), Judas cedió a una tentación del Maligno.
Si bien Jesús lo invitó a seguirlo y lo recibió como a un amigo, no forzó la voluntad de sus seguidores ni impidió que estos, en el ejercicio de su libertad, cayeran en las tentaciones de Satanás.
La segunda tragedia de Judas
Hasta aquí narramos aspectos más o menos conocidos por todos los católicos. Pero existe otro aspecto de la acción de Judas que, si bien no es algo oculto (porque está en los evangelios), pocas veces llama la atención. Y sin embargo, este comportamiento refleja un peligro al que estamos expuestos todos los creyentes.
¿Cuál fue esta tragedia? El mismo Papa Benedicto XVI lo señala en la segunda parte de su obra Jesús de Nazareth: “su segunda tragedia,después de la traición, es que ya no logra creer en el perdón. Su arrepentimiento se convierte en desesperación”.
En efecto, después de traicionar a Jesús, Judas se arrepintió, devuelve el dinero y dice “He pecado, entregando sangre inocente” (Mt 27, 4). Esto, señala el Papa emérito, es un primer paso hacia la conversión
Pero Judas, preso de la culpa de entregar a su Maestro para ser crucificado, negó la misericordia de Dios. Su arrepentimiento no fue capaz de esperar, se sumió en la oscuridad y en la destrucción de sí mismo, no era un verdadero arrepentimiento, en la certeza de la esperanza “que nace de la fe en que la Luz tiene mayor poder y se ha hecho carne en Jesús”. Luego Judas se quitó la vida.
¿Por qué debemos estar alertados? Nadie mejor que el Papa Benedicto XVI para explicarlo:
“En Judas encontramos el peligro que atraviesa todos los tiempos, es decir, el peligro de que también los que «fueron una vez iluminados, gustaron el don celestial y fueron partícipes del Espíritu Santo» (Hb 6,4), a través de múltiples formas de infidelidad en apariencia intrascendentes, decaigan anímicamente y así, al final, saliendo de la luz, entren en la noche y ya no sean capaces de conversión”.
¡Nunca desconfiemos de la Misericordia de Jesús!
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