San José tuvo uno de los roles más importantes en la historia de la salvación: esposo de la Santísima Virgen María, padre adoptivo del mismo Jesús, guardián de la Sagrada Familia. Pero debido a que las Escrituras no nos dicen mucho sobre él -ni siquiera se lo cita una vez- a veces parece que nos olvidamos de él.

Sin embargo, así como San José cuidó y protegió a Cristo cuando era niño, así también intercede, nos protege y acompaña en el camino personal que cada uno recorre hacia Jesús.

Dentro de las revelaciones privadas, existen varias historias de apariciones de San José a distintos santos, siempre ayudándolos a cumplir la voluntad de Dios.

En el diario de Santa Faustina de Kowlaska, La Divina Misericordia en mi alma, la santa relata una visión del padre de Jesús y el pedido de oración especial que le hizo para cada día.

Como toda revelación privada, ningún católico tiene la obligación de creer en ella y se debe proceder con prudencia. Siempre el criterio para aceptar las supuestas revelaciones es que jamas contradigan los Santos Evangelios, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

La oración que San José le pidió rezar especialmente a Santa Faustina

En algún momento del año 1937, Santa Faustina relata lo siguiente:

“San José me pidió tenerle una devocion constante. El mismo me dijo que rezara diariamente tres oraciones y el Acuérdate una vez al dia. Me miró con gran bondad y me explicó lo mucho que está apoyando esta obra. Me prometió su especialísima ayuda y protección. Rezo diariamente las oraciones pedidas y siento su protección especial”. (Diario, 1203)

No hay indicios acerca de cuáles eran esas tres oraciones pero sí del Acuérdate. En este caso no se trata de la célebre oración a la Virgen María sino del Memorare a San José.

A continuación puedes encontrar esta oración especial al padre de Jesús.

Oración Acuérdate (Memorae) a San José

Acuérdate, oh castísimo esposo de la Virgen María,
que jamás se ha oído decir que ninguno que haya
invocado tu protección o implorado tu intercesión,
no haya recibido consuelo.

Lleno pues, de toda confianza en tu poder,
acudo suplicante a tu presencia y me encomiendo a tu protección.

No deseches mi humilde súplica,
custodio de nuestro Redentor, antes bien acógela
en tu paternal generosidad y dígnate acceder a ella. Amén.

¡San José, ruega por nosotros!

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