Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), la Iglesia vendría a ser tanto el pueblo de Dios, como el cuerpo de Cristo y el templo del Espíritu Santo (CIC 781 – 810).

Sin embargo, ¿qué significa cada una de estas características?: 

La Iglesia, Pueblo de Dios (CIC 781 – 786):

Dios quiso salvar a los hombres tanto de manera individual como comunitaria, ya que no los había creado aislados. Nos llamó a conocer la verdad en conjunto (CIC 781).

El Pueblo de Dios, la Iglesia, tiene características que le distinguen de otros pueblos y religiones (CIC 782):

1. Es el Pueblo de Dios: Él nos eligió (1 Pe 2, 9).
2. Se llega por el Bautismo (Jn 3, 3-5).
3. Tiene como cabeza a Jesús.
4. Identidad: dignidad y libertad de ser hijos de Dios.
5. Su ley es “Amar a Cristo como Él nos amó” (Rm 8, 2; Ga 5, 25).
6. Misión: sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-16).
7. Destino: Reino de Dios.

La Iglesia, Cuerpo de Cristo (CIC 787 – 796)

Gracias al Bautismo, nos hacemos parte de la muerte y Resurrección de Cristo (Rm 6, 4-5; 1 Co 12, 13). Es por esto que nos unimos a Él para formar un solo cuerpo. Así, Cristo y la Iglesia forman un “Cristo Total” (CIC 795).

Esto se ve reflejado en la Eucaristía, donde compartimos el Cuerpo del Señor como comunidad para elevarnos a la comunión de Dios Uno y Trino (CIC 790).  

La Iglesia, Templo del Espíritu Santo (CIC 797 – 801)

Es así que, al unirnos con Cristo, compartimos su Espíritu. Este es el principio de toda acción vital y saludable del cuerpo de Dios. Actúa de múltiples maneras mediante el Bautismo, la Palabra y los sacramentos. Asimismo, cada uno de nosotros, movidos por este, contribuimos en la edificación de la Iglesia mediante diferentes ministerios (CIC 789). 

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