Un año después del nacimiento de su hijo, la Sierva de Dios Chiara Corbella Petrillo escribió una carta llena de fe y amor para el pequeño Francesco, por quien ofreció su vida. En ella, la joven madre italiana deja un testimonio sobre el sentido del amor y la confianza en la providencia de Dios.

Los esposos Enrico y Chiara vivieron una intensa historia de fe marcada por el dolor y la esperanza. Sus dos primeros hijos, María Grazia Letizia y Davide Giovanni, murieron poco después de nacer, pero la pareja acogió con amor el breve tiempo que Dios les concedió.

La felicidad de un tercer embarazo quedó eclipsada por una compleja noticia: Chiara fue diagnosticada con un cáncer en la lengua. Luego de someterse a una primera intervención quirúrgica para extirpar el tumor, la joven madre decidió esperar al nacimiento de Francesco para continuar con su tratamiento, ya que las medicinas podrían dañar al bebé.

“Para la mayoría de los médicos Francesco era solo un feto de siete meses. Y la que tenía que ser salvada era yo. Pero yo no tenía ninguna intención de poner en riesgo la vida de Francesco en base a unas estadísticas por nada seguras que querían demostrarme que tenía que hacer nacer a mi hijo prematuro para poderme operar”, escribe Chiara.

El 30 de mayo de 2011 nace Francesco Petrillo y Chiara comienza la segunda parte de su tratamiento. 

“Empieza la quimioterapia y radioterapia pero el tumor ya se había extendido afectando los nodos linfáticos, pulmón, hígado e incluso el ojo derecho, que Chiara cubrirá con un vendaje para limitar las dificultades de vista”, señala el sitio web oficial de Chiara.

Chiara falleció el 13 de junio de 2012. Durante su funeral, el vicario de Roma, Cardenal Agostino Vallini, señaló que “lo que Dios ha preparado a través de ella, es algo que no podemos perder”.

Esta es la carta que escribió a su hijo Francesco:

Pian della Carlotta 30.05.12

Queridísimo Francy, hoy cumples un año y nos preguntábamos qué regalo te podíamos hacer que te durase años. Y hemos decidido escribirte una carta. Has sido un gran regalo en nuestra vida, porque nos has ayudado a mirar por encima de nuestros límites humanos. Cuando los médicos nos atemorizaban, tu vida tan frágil nos daba la fuerza para seguir adelante.

Por lo poco que he entendido en estos años solo puedo decirte que el Amor está en el centro de nuestra vida, porque nacemos de un acto de amor; vivimos para amar y ser amados, y morimos para conocer el verdadero amor de Dios. El objetivo de nuestra vida es amar y estar siempre dispuestos a aprender a amar a Dios y a los demás como solo Dios puede enseñarnos.

El amor te desgasta, pero es bonito morir gastados como una vela que se apaga cuando ha cumplido su misión.

Cualquier cosa que hagas sólo tendrá sentido si la miras cara a la eternidad.

Si estás amando de verdad, lo reconocerás en el hecho de que nada te pertenece porque todo es un don.

Como dice San Francisco: “¡lo contrario del amor es la posesión!”.

Nosotros hemos amado a tus hermanos Maria y Davide y te hemos amado a ti sabiendo que no eras nuestro, que no eras para nosotros. Y así debe ser todo en la vida: lo que tienes no te pertenece nunca, porque es un regalo que Dios te hace para que tú puedas hacerlo fructificar. No te desanimes nunca, hijo mío, Dios nunca te quita nada, si toma algo, es solo porque quiere darte más.

Gracias a Maria y a Davide nosotros nos hemos enamorado más de la vida eterna y hemos dejado de tener miedo a la muerte, porque Dios nos lo ha quitado, pero para darnos un corazón más grande y abierto que pueda recibir la eternidad ya en esta vida.

En Asís me enamoré de la alegría de los hermanos y hermanas que viven creyendo en la Providencia, y entonces pedí al Señor la Gracia de creer en esta Providencia de que me hablaban, de creer en este Padre que hace que nunca te falte nada y el padre Vito nos ha ayudado a caminar creyendo en esta promesa: nos casamos sin nada, poniendo a Dios en primer lugar y creyendo en el amor que nos pedía este gran paso.

Nunca nos hemos visto decepcionados, ¡siempre hemos tenido una casa y más de lo que necesitábamos!

Tú te llamas Francesco precisamente porque San Francisco nos ha cambiado la vida y esperamos que pueda ser un ejemplo también para ti… es bonito tener ejemplos de vida que te recuerden que se puede alcanzar el máximo de la felicidad ya en esta tierra, con Dios como guía. Sabemos que eres especial y tienes una gran misión. El Señor te ha querido desde siempre y te mostrará el camino a seguir si le abres tu corazón…

¡Fíate, vale la pena!

Mamá Chiara y Papá Enrico

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