Tradicionalmente, los católicos han visto a la mujer del Apocalipsis 12 como María.
Por supuesto, así como otros pasajes del Apocalipsis tienen múltiples significados, los católicos afirman que la mujer no solo representa a María. Como veremos, la “mujer” también debe entenderse como la “Hija de Sión”, descrita en Isaías.
¿Qué razones hay para reconocer a la mujer como María?
Cuando se examina cómo Apocalipsis 11 da paso a Apocalipsis 12, las razones para tal interpretación se ven con claridad.
El arca de la alianza es lo último que Juan ve antes de los acontecimientos de Apocalipsis 12. La importancia del arca no puede subestimarse.
Durante el Éxodo, la presencia de Dios apareció sobre el arca en el tabernáculo, haciéndola santa (Ex 40,34–38).
Cuando el arca fue capturada por los filisteos, se dijo:
“La gloria ha sido desterrada de Israel, porque el arca de Dios ha sido capturada” (1 Sam 4,22). Sin embargo, los filisteos devolvieron el arca porque les sobrevinieron tumores tras tomarla (1 Sam 5,6–12).
El arca también era santa porque contenía (1) La Palabra de Dios, es decir, los Diez Mandamientos escritos en las tablas de piedra; (2) el pan del cielo, es decir, el maná; y (3) la vara de Aarón, el sumo sacerdote.
Nada ritualmente impuro podía tocar el arca. Cuando un hombre llamado Uzzá intentó sostenerla para evitar que cayera al barro, murió en el acto por haberla tocado (2 Sam 6,6–7).
Además, fue el “arca” la que condujo a Israel por el desierto en su camino hacia la Tierra Prometida (Núm 10,33–35).
Cuando esta arca se perdió tras la invasión babilónica, fue nada menos que una tragedia nacional. Hasta hoy la gente sigue especulando sobre su paradero.
Ahora bien, Juan, al mirar el templo de Dios en la Jerusalén celestial, ve esa arca. Pero solo la menciona y sigue adelante. Esto resulta sorprendente. Al menos se esperaría un poco más al respecto, ¿verdad? Sin embargo, Juan no la vuelve a mencionar… ¿o sí?
En Lucas 1, los católicos encuentran dos relatos conocidos por el Rosario: la Anunciación del ángel Gabriel a María y la Visitación de María a su prima Isabel. Ambos relatos evocan la imagen del arca de la alianza.
En la Anunciación, se le dice a María:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1,35).
La palabra griega para “cubrir con su sombra” es la misma usada en el Antiguo Testamento para describir la presencia de Dios “cubriendo” el arca en el tabernáculo (Ex 40,34–38).
María también es comparada con el arca en el relato de la Visitación. Lucas describe la visita de María a Isabel de un modo que recuerda la historia de David llevando el arca a Jerusalén.
María es el nuevo arca porque lleva dentro de sí a Jesús, quien es (1) La Palabra de Dios hecha carne, (2) el verdadero Pan bajado del cielo, y (3) el Sumo Sacerdote eterno.
Los primeros Padres de la Iglesia también notaron los paralelismos entre María y el arca.
San Metodio escribe:
“Pues si al arca, que era la imagen y figura de tu santidad, Dios le concedió tal honor que a nadie más que al orden sacerdotal le era permitido acercarse a ella o contemplarla…
…¿qué clase de veneración se te debe a ti de parte nuestra, que somos lo más pequeño de la creación; a ti, que eres en verdad reina; a ti, arca viviente de Dios, el Legislador; a ti, cielo que contiene al que no puede ser contenido?
Porque tú, oh Santa Virgen, amaneciste como un día radiante sobre el mundo y diste a luz al Sol de Justicia, desterrando aquel odioso horror de las tinieblas”.
De manera similar, San Efrén se refirió a María en sus himnos, comparándola con el arca. San Juan Damasceno también predicó sobre el papel de María como el nuevo arca, dando una interpretación espiritual a 2 Samuel como un anuncio de la Asunción.
Dado el paralelismo entre María y el arca, no debería sorprender que en Apocalipsis 12, una visión sobre “una mujer” que da a luz al Mesías siga inmediatamente a la visión del arca de Dios.
Y tampoco debería sorprendernos que Juan simplemente la llame “mujer” y no use el nombre “María”. En el cuarto Evangelio, Juan nunca menciona el nombre de María, sino que suele referirse a ella como “mujer” (Jn 2,4; 19,26).
San Juan Damasceno y otros Padres, entonces, pudieron haber tenido razón al entender este pasaje como una confirmación de la doctrina de la Asunción.
Damasceno predicó una homilía sobre Apocalipsis 12 en la celebración de la Asunción, diciendo:
“En este día la Santa y Única Virgen es presentada en el sublime y celestial Templo…
En este día el arca sagrada y viviente del Dios viviente, que llevó en su seno a su propio Creador, tomó su descanso en aquel Templo del Señor no hecho por manos humanas… Y David, su antepasado y su padre en Dios, danza de alegría”.
Así, Damasceno entendió que Apocalipsis 12 significa que, así como David llevó el arca a Jerusalén, Cristo lleva también el nuevo arca, María, a la Nueva Jerusalén del cielo.
Por eso, después de leer en el capítulo 11 acerca de los dos testigos que son llevados al cielo, leemos en el capítulo 12 acerca de la “mujer” en el cielo.