¿Alguna vez has visto o al menos oído hablar de los comulgatorios? Esta barrera física frente al altar, parecida a una reja, tiene un valor simbólico y práctico, aunque con el paso de los años fue quedando en desuso. Recientemente, este elemento se ha vuelto más popular y muchas parroquias buscan recuperarlo.
Históricamente, los comulgatorios eran un elemento muy común en las iglesias católicas, separando el altar de la asamblea de fieles. Con el tiempo, fue desapareciendo como parte de un esfuerzo por “reducir” la formalidad o la distancia entre ambos.
Además de servir para distinguir el altar del resto de la iglesia, los comulgatorios tienen una función muy práctica: permiten que los fieles se arrodillen o permanezcan de pie para recibir la comunión eucarística, según su preferencia.
En busca de reverencia
No es un secreto que la Iglesia Católica vive, en muchas partes del mundo, una búsqueda por la tradición y la preservación de prácticas que durante mucho tiempo fueron características del catolicismo.
Así, muchas iglesias católicas en Estados Unidos han optado por volver a utilizar este elemento. Tal es el caso de la Iglesia de Santa Ana, en Richmond Hill, Georgia.
La iglesia no contaba con comulgatorios cuando fue construida en 2016, pero fueron incorporados en julio de 2024. El párroco, Padre Dawid Kwiatkowski, afirma que el cambio se dio porque “cada vez más personas venían (…) buscando una forma más reverente de recibir la Sagrada Eucaristía”.
El sacerdote contó a National Catholic Register que el antiguo párroco había instalado un reclinatorio móvil para el momento de la comunión, el cual gustó tanto a la comunidad, que una familia se ofreció a cubrir parte del costo de la instalación de los comulgatorios, mientras que los demás feligreses aportaron el resto del monto necesario.

Por su parte, la Iglesia Católica de San Raimundo de Peñafort, en Springfield, Virginia, fue construida en 2006 sin rejas en el altar. En 2010, su nuevo párroco, Padre John De Celles, comenzó a fomentar la reverencia hacia la Eucaristía, hasta que en 2020 se incorporó los comulgatorios.
El sacerdote indica que “alrededor del 80%–90% de las personas se arrodillan”, a excepción de quienes tienen problemas de salud o los visitantes que no están acostumbrados.
El P. De Celles destaca que este elemento ayuda a los fieles a recibir la Eucaristía con respeto y reverencia, y la medida fue ampliamente bien recibida por la comunidad.
Con el regreso de los comulgatorios “he visto un gran crecimiento espiritual en mi gente, no solo en cuanto a la reverencia en la Misa, sino también en su comprensión del significado y la profundidad de la Eucaristía y de la Presencia Real de Jesús”, agregó.

¿Qué opinas tú sobre los comulgatorios?