Esto le diría Jesús a los clérigos sobre los escándalos, según este sacerdote

El sacerdote Bill Peckman, párroco de San Pedro y San Pablo en Boonville y San José en Feyette, en Missouri, Estados Unidos, escribió en su cuenta de Facebook lo que, según él, Jesús le diría a los sacerdotes de hoy sobre los escándalos que estamos viviendo en la Iglesia. 

En su publicación, el Padre Bill no solo imaginó las palabras de dolor de Cristo frente al pecado de los sacerdotes abusadores; sino que también reflexionó sobre lo desafiante que es ser sacerdote bueno hoy en día.

Te compartimos la publicación a continuación:

“Hay momentos en que pienso en Jesús despreciando a los clérigos y diciendo:

‘Sabes, te dije que fueras a bautizar a las naciones.
Te dije que enseñaras todo lo que enseñé.
Te dije ‘que hagas esto en conmemoración mía’.
Les dije que se amaran como yo los amo a ustedes.
Te dije que perdonaras los pecados en mi nombre.
Te dije que fueras una luz en la oscuridad.

Te advertí acerca de volverte mundano.
Te advertí el alto precio por dar escándalo.
Te advertí sobre ser ambicioso.
Te advertí sobre concentrarte en lo externo mientras ocultas la suciedad.
Te advertí que al mundo no le gustarías.
Te advertí porque las personas en tus bancos son mi rebaño y no el tuyo.

Te di la responsabilidad de cuidarlos… vigilarlos … para pastorearlos.

Se suponía que debías encontrar a los perdidos … no crearlos.
Se suponía que me los señalarías… no ser el centro.
Se suponía que debías hacer discípulos para mí … no tuyos.

Te di un suministro interminable de gracia para hacerlo.
Te di mi carne y sangre.
Te dimos el Espíritu Santo.
Te di un evangelio… una Iglesia… una forma de vida.

Se suponía que debías dárselo a mi rebaño’.

Mi corazón está roto por el inmenso daño causado por el oscurecimiento de la verdad, el diluir el Evangelio, arrancar todo sentido de trascendencia de los sacramentos y el comportamiento depredador de muchos de mis hermanos clérigos.

No soy perfecto por ningún tramo de la imaginación, pero trato, por la gracia de Dios, de hacer lo que Él me pide.

Estos son tiempos desafiantes. Son tiempos desgarradores ¡Hubo una época de la historia más necesitada del Evangelio que ahora!

El Cuerpo de Cristo se retuerce de dolor por el abuso que se le arroja. Debe parar. Debe detenerse ahora.

Sabemos cómo cambiar esto. Cristo ya nos ha dado lo que necesitamos. Debemos mirar, sonar y ser tan diferentes del mundo como la luz lo es de la oscuridad”.