Muchos ya hemos visto esta película, y realmente ha creado un gran impacto por su narrativa, su personaje y su suspenso violento. 

Por su contenido crudo, muchos se preguntan si el católico puede sacar algo positivo de esta película. Pues el Padre Adolfo lo hizo, y sacó 5 cosas que debemos tomar en cuenta al momento de reflexionar sobre el Joker:

1. El Personaje

Según el sacerdote, el Joker, como personaje, siempre ha reflejado aquello que estamos haciendo mal en la sociedad en general. Cosas como quejas hacia los abusos y desequilibrios de la gente. Sin embargo, también refleja aquello que las personas están haciendo mal individualmente. 

Este personaje te  invita a preguntarte: ¿Cómo estoy viviendo? ¿Cómo estoy afrontando mis responsabilidades? ¿Cómo estoy reaccionando frente a la sociedad? 

2. El Contraste 

El Padre indica que la película contrasta en todo momento. Sobre todo el personaje, que compara las actitudes de un payaso con el de un criminal. Es el lado bueno de una persona que se corrompe con su lado malo. Es un contraste real. 

3. El Trato

Nos invita también a pensar en cómo estamos tratando a los demás. En la forma en que los estamos juzgando o pensando de ellos. Nos hace preguntarnos: ¿Nos burlamos de ellos? ¿Los ayudamos? 

Nos hace ver que nuestro trato empuja a las personas a hacer cosas, ya que no somos islas. Debemos tener cuidado en la forma cómo nos aproximamos a los demás. 

4. ¿El malo?

El Padre notó que hay una tendencia en las películas y series actuales a cuestionar a la maldad de los personajes. Como si se buscase alguna justificación para el mal. 

Sin embargo, si bien hay que entender que hay crisis y momentos tensos que nos hacen actuar hasta el límite, hay que recordar que siempre somos libres de hacer el bien.

5. La libertad

Si bien hay factores que reducen la culpa de algunos actos que hacemos, eso no quita que nosotros somos libres, y por ende , responsables de nuestras decisiones. 

En ese caso, el Padre Adolfo aconsejó que debemos buscar sanar nuestro corazón, y recordar que todo acto que lo hacemos intencionalmente queda bajo nuestra responsabilidad.

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