¿Alguna vez has llevado a tus hijos a la iglesia? El mensaje de un sacerdote al final de la Misa seguro te llenará de valor para seguir criando a los más pequeños en la fe y acercarlos a Jesús Eucaristía.

La psicoterapeuta católica, Melissa Tablada, compartió en sus redes sociales un momento complicado que vivió durante la Misa, cuando junto a su amiga llevaron a sus hijos pequeños a la iglesia.

“Ayer, una amiga y yo nos encontramos para la Misa diaria. El domingo habíamos tenido una experiencia increíble y más fácil de lo habitual en la Misa, y creo que estaba demasiado confiada, lista para una buena dosis de humildad.

Entre nuestros cuatro hijos, uno corrió HACIA EL ALTAR, otro TIRÓ a una mujer que estaba de rodillas rezando, y un tercero corrió UNA VUELTA COMPLETA alrededor de todas las bancas 🥵. Ambas estábamos sudando, estresadas y cuestionando nuestras vidas”.

Simplemente todo había salido mal, pero al finalizar la Misa, el sacerdote desde el altar sonrió y les habló directamente a ellas.

“A las mamás que traen a sus hijos a Misa, gracias. Son bienvenidos aquí con nosotros. Este es el lugar donde deben estar. No en una sala de llanto en otro lugar. Sus ruidos son bienvenidos, es hermoso escucharlos. Y la que quería estar en el altar, simplemente no podía acercarse lo suficiente a Jesús. ¡Sigan trayéndolos!”.

El mensaje tocó el corazón de ambas madres, que solo pudieron llorar.

“Este mensaje es para todas ustedes: mamás de pequeñitos que los llevan a Misa, cuestionándose si deberían seguir intentándolo o simplemente quedarse en casa. ¡Sigan con su buen y fiel trabajo!
Y gracias JESÚS por los buenos sacerdotes y comunidades que acogen a los niños y las familias. Estamos verdaderamente agradecidas”.

El mensaje ha impactado a muchas familias católicas que tienen hijos pequeños. Entre los comentarios, los usuarios han señalado la importancia de que los niños participen de la Misa.

“He llorado incontables veces al salir de la iglesia o en el baño durante la Misa debido a personas impacientes con mis hijos cuando eran bebés o niños. Un hombre mayor me dijo que no pertenecíamos a la iglesia y que deberíamos quedarnos en el vestíbulo. Una señora mayor nos mandó a callar, he recibido incontables miradas de desaprobación, etc. Mi sacerdote y diácono anunciaron que todos los niños son bienvenidos y que, si son demasiado ruidosos o molestos, entonces la persona que se sienta incomodada puede levantarse y cambiarse de lugar. Los bebés y los niños pertenecen a la iglesia. Es agradable sentirse visto y bienvenido”.

“¡Me encanta! He recibido miradas extrañas de otros cuando hemos tenido bebés ruidosos Y también he recibido comentarios maravillosos y acogedores de personas que nos animan a mantenerlos en la Misa. Definitivamente es un proceso de aprendizaje enseñarles a estar quietos y en silencio. Pero también es una lección para mí de no preocuparme tanto por lo que los demás puedan estar pensando. Estoy allí por Jesús con mi familia, y eso es lo único que importa”.

“¡Los niños no pueden aprender cómo comportarse en público, en la iglesia o donde sea, si no los estamos exponiendo! ¡Aprenden viéndonos a nosotros! ¡Jesús, la oración y la Misa se aprenden! Yo traigo un libro de actividades para mi hija de casi 3 años y plastilina. Nos levantamos a cantar y decimos nuestras oraciones, pero cuando nos sentamos, tiene algo sensorial para tocar, lo que la estimula mientras sigue estando presente”.

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