El Champagne ha acompañado las celebraciones de muchas familias. Pero, ¿sabías que su origen está relacionado a la Iglesia Católica? Conoce la historia del monje benedictino que inventó esta bebida.
Cuando hay un ambiente festivo, el Champagne es muy apreciado. En particular, hay vinos espumosos franceses que, a pesar de haberse convertido en el reflejo de una tradición muy costosa, tienen orígenes realmente humildes.
El champagne nació gracias al monje benedictino Dom Pierre Perignon.
El monje, nacido en 1638 en Sainte-Menehould (Francia), aprendió sobre el vino desde niño, gracias a la labor de su padre en los viñedos. En 1656 fue acogido en la abadía de Saint-Pierre d'Hautvillers, donde fue ordenado sacerdote a los 30 años. Permaneció allí hasta su muerte en 1715.
Entre las actividades del monasterio estaba la producción y venta de vino, y a Dom Pierre se le confió la responsabilidad de las bodegas. Es aquí donde el origen del champagne comienza a tener dos versiones.
La primera versión indica que la creación del Champagne se debió a un error.
Durante la preparación de vino blanco, algunas botellas explotaron, lo que sugirió al monje que podría lograr que el vino fuera espumoso.
Según la otra narrativa, Perignon habría añadido azúcares y flores durante el embotellado, provocando la refermentación. Por lo tanto, se le atribuye al monje el descubrimiento de que la segunda fermentación es la que "mueve" el vino.
Sin embargo, no todos están de acuerdo en atribuir el origen del Champagne a Perignon.
Quien ha promovido esta historia es, sin duda, Dom Groussard, un sacerdote de la misma abadía que reveló que Perignon podría reconocer cualquier viñedo probando una sola uva.
¿Conocías esta historia?