Hay un tesoro de la Iglesia que muchas veces los “católicos viejos” pasamos por alto -por acostumbrados- pero los recién conversos no. Es el diálogo constante y fructífero entre la autoridad y la acción de los laicos. El padre Dwight Longenecker, ex sacerdote anglicano convertido al catolicismo, cuenta el porqué esta realidad lo acercó a la Nave de Pedro.

Una cara del tesoro de la Iglesia: la autoridad

Mientras las demás confesiones religiosas comienzan a dividirse en torno a la mejor forma de adaptarse al mundo, la Iglesia Católica mantiene su unidad. ¿Por qué nos mantenemos juntos mientras otros se dividen? Sencillamente porque Cristo quiso que tengamos al sucesor de Pedro, el Papa.

Pero la autoridad no es la única razón, también allí está la incansable tarea de los laicos que, con espíritu emprendedor, se desviven por llevar el Evangelios a los demás. Estos son los dos tesoros de la Iglesia.

El padre Longenecker comenta que comenzó a ver que “el espíritu emprendedor e independiente de los católicos que tanto admiraba era más efectivo cuando estaba en la relación adecuada con las estructuras de autoridad de la iglesia y viceversa”.

Muchos anglicanos sinceros convencidos de que el Espíritu Santo guiaba a su iglesia se abrieron al sacerdocio de mujeres, pero otro grupo igualmente numeroso, convencido de que Dios quería lo contrario, se rehusó a permitirlo. ¿El resultado? La división.

“¿Qué hacer cuando los buenos cristianos no están de acuerdo?”, se pregunta el sacerdote y continúa: “O dices que no importa o te separas y comienzas tu propia iglesia”. Esto fue lo que sucedió en la Iglesia Anglicana y el protestantismo en general.

¡La autoridad es una parte del tesoro de la Iglesia! “Con esto no  me  refiero al autoritarismo. Este último es opresivo. La primera no lo es. El último impone. La primera propone”, aclara el padre Longenecker.

Para enfrentar los múltiples desafíos que impone el mundo, la Iglesia posee ” 2000 años de experiencia en oración, teología, estudio de la Biblia y vida en el Espíritu”. Además, alcance global.

Los laicos movidos por el Espíritu Santo

Sin embargo, la autoridad sola no es suficiente, y allí está la otra parte del tesoro de la Iglesia: el espíritu emprendedor de los laicos que llena de vida a la Iglesia.

“Ellos son los que han comenzado una editorial, un blog, un canal de YouTube o un apostolado para enseñar la castidad.  Ellos son los que organizan conferencias diocesanas, retiros y viajes de peregrinación” comenta el sacerdote. Es el otro tesoro de la Iglesia.

Así, el espíritu independiente del cristianismo esta equilibrado y guiado por la autoridad del Papa y los obispos, y la autoridad de la Iglesia está animada por la vitalidad y el compromiso de los laicos.

“Este equilibrio es una cuerda floja a veces, – reconoce el sacerdote- pero es algo emocionante y audaz. Es una tensión creativa”.

¡Este es un hermoso tesoro de la Iglesia que tenemos que conservar!

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