Michael S. Hopkins es un astronauta nacido en los Estados Unidos en 1968 y fue criado en un hogar metodista, una comunidad protestante cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII.

Tiene dos hijas y está casado con una mujer católica, pero él asegura que eso no fue decisivo en su proceso de conversión. Él afirma que cuando era metodista “Yo sentí que algo faltaba en mi vida”.

Luego de un proceso de discernimiento, Hopkins completó la catequesis del rito de iniciación cristiana de adultos y así se convirtió al catolicismo.

En septiembre del 2013 fue designado para participar como astronauta en una misión espacial. Él cuenta que quedó maravillado con esta experiencia:

“Cuando ves la tierra desde esa posición tan ventajosa y observas toda la belleza natural que existe, resulta difícil no permanecer allí y concluir que debe de haber una fuerza suprema que ha creado esto“.

La Eucaristía en el espacio

Debido a su reciente conversión, él sentía la necesidad de seguir frecuentando los Sacramentos. Pero ¿cómo hacerlo si estaría 24 semanas en el espacio?

Con la ayuda de su párroco, el padre James H. Kaczynski de la Iglesia Santa María Reina en Texas, consiguió un permiso especial de la Arquidiócesis de Galveston-Houston mediante el cual pudo llevar 6 Hostias Consagradas (cada una partida en 4) al espacio para poder consumirlas una vez por semana mientras estaba en la Estación Espacial Internacional.

Las sagradas formas fueron llevadas en un píxide, un recipiente pequeño utilizado por la Iglesia Católica para llevar la Santa Eucaristía a los enfermos o incapacitados de ir a Misa.

Hopkins cuenta que “saber que Jesús estaba conmigo cuando salí fuera, al vacío del espacio, fue importante para mí”.

Píxide - Dominio Público.
Píxide. Crédito: Dominio Público.

Los demás astronautas lo respetaban

Los astronautas que acompañaban a Hopkins estaban enterados de lo que él llevaba y respetaban mucho su fe. Al respecto, él mismo dijo:

“Mis compañeros sabían que yo tenía la Eucaristía conmigo. De hecho, yo coordinaba con mi comandante ruso. Él sabía de qué se trataba. Todos lo sabían, pero yo nunca traté de hacer alarde de ello y publicitarlo. Ellos respetaban mi fe y mi deseo de vivirla, incluso estando en órbita espacial“.

Además afirmó que es común que muchos astronautas sean creyentes y hayan expresiones de fe en el espacio.

¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!

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