Hace unos 300 años, una ciudad de Francia atravesó una epidemia devastadora. Sin embargo, a través de una revelación privada, Cristo le pidió a una religiosa que toda la urbe se consagrara al Sagrado Corazón de Jesús. Después de hacer esto, la peste desapareció. ¡Esta es la historia del milagro!
La ciudad en cuestión era Marsella. La peste bubónica había llegado a través de un barco alrededor de 1720 y en dos años se llevó la vida de 100 mil personas de la región.
Una religiosa, la hermana de la Visitación, Venerable Anne-Madeleine Remuzat. recibió en una revelación privada la misión de continuar la propagación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús iniciada por Santa Margarita María Alacoque. Fue ella creó la asociación dedicada a esta devoción.
En 1718, unas 60 personas que se reunieron para adorar en una iglesia local vieron el rostro de Cristo en la Hostia durante más de media hora. En ese momento Dios le reveló a Sor Anne-Madeleine que si la ciudad de Marsella no se arrepentía de su inmoralidad, sería castigada.
Además de un relajamiento de la moral de sus ciudadanos, la herejía del jansenismo había echado raíces en Francia.
A raíz de la cantidad de contagios, se estableció una cuarentena alrededor de la ciudad, ya que la plaga devastó la región. Las iglesias estaban cerradas. Entonces, la hermana Anne-Madeleine pidió a Dios que le diera a conocer cómo deseaba que se honrara su Sagrado Corazón para que terminara la plaga en Marsella. El Señor le dijo que quería una fiesta solemne en honor a su Sagrado Corazón.
El obispo de Belsunce instituyó la fiesta en la diócesis de Marsella y planeó consagrar la diócesis y la ciudad el 1 de noviembre de 1720. Ese día, el obispo pudo consagrar perpetuamente la diócesis y la ciudad, y celebrar la Misa.
Desde ese momento, la enfermedad remitió gradualmente. Pero la gente no reformó sus vidas; y, en 1722, reapareció la peste. Entonces, el obispo de Belsunce ordenó procesiones para el Corpus Christi y la nueva fiesta del Sagrado Corazón. La plaga terminó por completo ese septiembre.
Ese año, los magistrados de Marsella publicaron la siguiente declaración:
“Cuando todo esfuerzo humano fracasó irremediablemente, las oraciones y los actos religiosos detuvieron la mano de Dios. Porque todos tuvieron la demostración ocular de que la plaga no solo disminuyó sino que en realidad había cesado desde el mismo día en que la Sra. de Belsunce había consagrado Marsella al Sagrado Corazón de Jesús“.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confiamos!
Este artículo fue publicado originalmente en National Cathollic Register.