Cientos asisten con reverencia y fe a Misa de verano en playa de Estados Unidos

La cruz hecha conmadera del malecón de Long Island. Crédito: Joseph Ciorra, Beach Catholic.

Con el sonido de las olas de fondo, más de 1,200 fieles se reunieron con devoción para participar de la Misa dominical en la playa de Long Island, Nueva York. Esta iniciativa, que ya cumple once años, convierte la costa en un espacio de fe cada domingo de verano.

La comunidad “Beach Catholic”, una iniciativa formada por tres parroquias: St. Ignatius Martyr, St. Mary of the Isle y Our Lady of the Miraculous Medal, es la encargada de organizar estas celebraciones que convocan a cientos de personas en busca de un encuentro con Jesús Eucaristía.

Al menos 1200 personas se reúnen para la Misa en la costa de Long Island el 6 de julio de 2025. Foto: Joseph Ciorra

Jordan Bernhardi, director de operaciones de la comunidad, comentó a Alyssa Murphy de National Catholic Register, que esta propuesta nació de forma natural. Fue precisamente en estas Misas donde él mismo se acercó más a la vida parroquial.

“La idea surgió de forma bastante espontánea, fruto de un grupo de feligreses que, junto con el párroco, reflexionaban sobre oportunidades de evangelización posibles gracias a nuestro entorno único en la playa”, explicó.

Las Misas son presididas por el padre Brian Barr, quien asegura que el obispo local está plenamente informado de estas celebraciones al aire libre, en las que se cuida con especial esmero la reverencia al Santísimo Sacramento.

El padre Brian Barr eleva la Eucaristía sobre el altar. Foto: Joseph Ciorra
“La playa es un entorno informal. Era importante que la santidad del Sacramento se mantuviera a pesar de ese ambiente relajado. Creo que lo hemos logrado”, señala el sacerdote.

El padre Barr reconoce que mantener el recogimiento en la playa representa un desafío, pero subraya que con un equipo comprometido, es totalmente posible.

Uno de los aspectos más significativos de esta experiencia es el simbolismo de los elementos litúrgicos. El altar, el ambón y la cruz procesional fueron construidos por un feligrés carpintero utilizando madera recuperada del malecón destruido por el huracán Sandy en 2012.

La cruz hecha conmadera del malecón de Long Island. Crédito: Joseph Ciorra, Beach Catholic.

Los asistentes participan con respeto y entusiasmo. Muchos se arrodillan sobre la arena durante la consagración, mientras que algunos descubren la celebración por casualidad al pasar por la orilla o recorrer el malecón.

El Padre Steven McClernon, vicario parroquial, ve en esta celebración una continuidad con la historia del Evangelio:

“Jesús llamó a sus primeros discípulos en la orilla del mar, y hasta el día de hoy, en la orilla del mar, Jesús en el Santísimo Sacramento continúa llamando a sus discípulos”, reflexionó.
Los fieles se arrodillan en la arena durante las Misas dominicales. Foto: Joseph Ciorra

Con más de 50 mil personas que han participado en estas Misas a lo largo de once años, esta experiencia se ha convertido en un ejemplo de evangelización para los que participan en ella.

“Eso no es poca cosa. Hemos escuchado testimonios, recibido notas y entablado relaciones con católicos que quizás se habían alejado o que llevaban un tiempo sin practicar su fe, y que por casualidad escucharon sobre la Misa en la playa, o pasaban en bicicleta por el malecón y se detuvieron. Y desde entonces, han cambiado”, señala Bernhardi.

Ryan Bonomi, uno de los fieles que participa en la Misa, indica que celebrar la Misa en frente del inmenso océano “es una forma maravillosa de recordar el amor y la bondad infinitos de Dios”.

“Creo que es muy poderoso poder rezar y meditar las lecturas mientras estás sentado en la arena mirando al mar. Me encanta poder contemplar y recordar la belleza de Dios y de la creación mientras todos celebramos la Misa juntos”.
El sol se pone durante la Misa en la costa de Long Island. Foto: Joseph Ciorra.

La directora de educación religiosa y feligresa de Beach Catholic, Gerri Maquet, afirmó que estas Misas son una bendición.

La Misa “simplemente llena mi corazón de completa alegría. ... Recibir la Eucaristía rodeada de todos los elementos que Dios creó… es una verdadera bendición en mi vida”.

El Padre Barr resalta que este testimonio público de fe muestra con claridad lo que los católicos valoran profundamente.

“Tener a 800 o 900 personas arrodilladas en la arena durante la Plegaria Eucarística es algo profundamente inspirador y, en mi opinión, un gran testimonio de lo que es más importante para nosotros”.
El padre Brian Barr se arrodilla mientras una familia católica lleva las ofrendas durante la Misa en la playa. Foto: Joseph Ciorra.

La iniciativa ha despertado historias de conversión, reconciliación y retorno a la fe. Con más actividades planeadas para lo que resta del verano, como la adoración al Santísimo, el padre Barr espera que más personas se acerquen a participar de la Misa dominical.

“Para muchas personas, la Misa en la playa es una especie de combinación perfecta de cosas que aman: la fe, la comunidad y el entorno. Cuando todo eso se une, es imposible negar la presencia de Dios”.
Una mujer se acerca a recibir la Comunión durante la Misa en la playa. Foto: Joseph Ciorra
Cookie Settings