El Papa León XIV compartió durante la rueda de prensa en su vuelo de regreso a Roma uno de los libros que ha marcado su vida espiritual. El Santo Padre explicó que se trata de una obra sencilla pero profunda que lo ha acompañado durante años y refleja el corazón de su espiritualidad.
Tras concluir su primer viaje apostólico, el Santo Padre regresó desde el Líbano a Roma. Durante el trayecto concedió la acostumbrada rueda de prensa, en la que habló sobre las tensiones en Ucrania, la paz en Medio Oriente, su posible próximo viaje y otros temas de actualidad.
En medio de la conversación, una periodista le preguntó qué era lo más difícil de “aprender” al ser seleccionado como nuevo Papa y qué sintió durante el cónclave cuando comprendió que sería elegido.
El Pontífice respondió recordando que “todo está en manos de Dios”, una convicción que todavía cree profundamente.
Un libro que lo acompaña desde hace años
En ese contexto, el Santo Padre recordó una pregunta que le hizo un periodista alemán.
“Dígame un libro, además de San Agustín, que podamos leer para entender quién es Prevost”.
Entre varias opciones, mencionó uno en particular: “La práctica de la presencia de Dios”.
“Es un libro muy sencillo, de alguien que ni siquiera firma con su apellido, el hermano Lorenzo, escrito hace muchos años. Pero describe un tipo de oración y espiritualidad en la que uno simplemente entrega su vida al Señor y permite que el Señor lo guíe”.
El Papa León añadió que si queremos saber más sobre él, este libro representa lo que ha sido su espiritualidad durante muchos años.
“En medio de grandes desafíos, viviendo en Perú durante los años del terrorismo, siendo llamado al servicio en lugares en los que nunca pensé que sería llamado a servir. Confío en Dios y este mensaje es algo que comparto con todas las personas”.
“La práctica de la presencia de Dios”
EWTN Vatican recuerda que este libro fue escrito por el Venerable Hermano Lorenzo de la Resurrección, tambien conocido como Hermano Lawrence, que nació en 1614.
"Un hermano lego carmelita del siglo XVII que encontraba a Dios en todas partes: en la oración, en las tareas más humildes y en la sencillez de la vida cotidiana.
Su camino fue de humildad, fe viva, entrega total al Señor y continua comunión con Él”.
