María es una madre como cualquier otra, una madre que siempre se preocupa por sus hijos. Ella sabe cómo cuidar, cómo proteger, cómo estar cerca de cada uno de nosotros.
El Papa Francisco, en su audiencia del 11 de junio del 2022, nos exhorta siempre a acudir a ella:
"Los encomiendo a la protección maternal de la Virgen: pueden dirigirse siempre a Ella con confianza, sobre todo en los momentos de cansancio y dificultad, seguros de que, como Madre tiernísima, sabrá presentar a su Hijo Jesús las necesidades y las expectativas de cada uno".
Además de rezar el Avemaría y el tan poderoso Santo Rosario, te sugerimos aprender estas 5 oraciones antiguas y tradicionales para tenerla presente en tu vida cotidiana:
Acordaos
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benigna mente. Amén.
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.
Ofrecimiento a la Santísima Virgen
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos lo desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea!, pues, Señor, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén