¿Cómo imaginas que es la pedida de mano ideal? Tal vez no haya una única respuesta a esta pregunta, pero la propuesta de matrimonio que planeó Javier González puede estar entre una de ellas.
En un episodio del podcast “Mantita y fe”, el periodista Javier González conversó con la joven madre, Bárbara Bustamante, sobre cómo fue su conversión y su camino hacia el matrimonio.
Entre todas las anécdotas que Javier compartió hay una que ha conmovido a las redes y definitivamente es un ejemplo de que los detalles sí importan al momento de pedir matrimonio.
En el extracto del episodio “Camino hacia el Altar”, Javier cuenta que para dar este gran paso, decidió planear una visita de unos días al Santuario de Covadonga, lugar donde Ana, su ahora esposa, tuvo su experiencia de conversión.
“Me puse de acuerdo con las monjitas que cuidan del santuario y lo que hice fue cada día prepararle una carta con un pequeño detalle de cosas que a ella le gustaban”, señaló.
Luego de una semana, llegó el día especial, que coincidió con la Fiesta de la Inmaculada Concepción.
“Llevé el anillo al sacerdote de ahí, de Covadonga, para que lo bendijera, y quedé con las monjitas en que me dejaran entrar en su cocina para cocinarle a Ana las cosas que solíamos cocinar cuando quedábamos a cenar, porque lo suyo habría sido llevarla a un restaurante y tal, pero un poco como en honor a todas esas veces que habíamos cenado juntos, y que a veces hacíamos fajitas, con pollo y pimientos, quise prepararle yo la cena, de las cosas suyas, así como preferidas.
Nos prepararon un rincón donde poder cenar, con unas velas y no sé qué, y yo por la mañana me fui a la cocina, además tengo una foto muy divertida porque iba yo así con una sudadera, como marroncita, que era del mismo color que el hábito de las monjas, entonces yo siempre digo que hubo un día que fui monja, una mañana que fui de las monjas de café con leche.
Y ahí estuve cocinando con una monjita que me ayudó un poco, y luego por la noche la saqué fuera, como que nos íbamos a cenar, y paré a los pies de la cueva de Covadonga y subimos juntos, y tenía preparada ahí el anillo con una rosa blanca, y le pedí matrimonio ahí en la cueva y luego nos fuimos a cenar la comida que le había preparado”.
¡Qué mejor manera de iniciar el camino juntos que a los pies de la Virgen!
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