A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco nos ha dejado numerosos escritos que siguen tocando el corazón de los fieles. Aquí te presentamos cinco de ellos, ideales para profundizar en tu fe y renovar la esperanza cristiana.

En un artículo para National Catholic Register, la editora senior Amy Smith destacó que, durante su pontificado, el Santo Padre nos recordó con insistencia la importancia de cultivar una amistad viva con Jesús y el papel esencial de la Virgen María en la vida del cristiano.

En este tiempo de oración por el alma del Papa Francisco, Smith recopiló cinco de sus textos que vale la pena meditar:

1. Dilexit Nos: Encíclica sobre el Sagrado Corazón

“El Corazón de Cristo, que simboliza su centro personal, desde donde brota su amor por nosotros, es el núcleo viviente del primer anuncio. Allí está el origen de nuestra fe, el manantial que mantiene vivas las convicciones cristianas”.

Lee la encíclica completa aquí.

2. C’est La Confiance: Exhortación apostólica sobre Santa Teresita del Niño Jesús

“El acto de amor ‘Jesús, te amo’, continuamente vivido por Teresita como la respiración, es su clave de lectura del Evangelio”.

Lee la exhortación apostólica completa aquí.

3. Spes Non Confundit: Bula de convocación del Jubileo 2025

“La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino”.

En este documento también compartió el núcleo de la devoción mariana:

“La esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto. En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida. ...Por eso, al pie de la cruz, mientras veía a Jesús inocente sufrir y morir, aún atravesada por un dolor desgarrador, repetía su ‘sí’, sin perder la esperanza y la confianza en el Señor ...En el tormento de ese dolor ofrecido por amor se convertía en nuestra Madre, Madre de la esperanza. No es casual que la piedad popular siga invocando a la Santísima Virgen como Stella maris, un título expresivo de la esperanza cierta de que, en los borrascosos acontecimientos de la vida, la Madre de Dios viene en nuestro auxilio, nos sostiene y nos invita a confiar y a seguir esperando”.

Lee la bula completa aquí.

4. Homilía en la silenciosa plaza durante la pandemia de COVID-19

“El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere.

“El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. ... Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza”.

Lee la homilía completa aquí.

5. Patris Corde: Carta apostólica sobre San José

“Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca”.

Lee la carta apostólica completa aquí.

BONUS

Mensaje “Urbi Et Orbi” Pascua 2025:

“Sí, la resurrección de Jesús es el fundamento de la esperanza; a partir de este acontecimiento, esperar ya no es una ilusión. No; gracias a Cristo crucificado y resucitado, la esperanza no defrauda. ¡Spes non confundit (cf. Rm 5,5)! Y no es una esperanza evasiva, sino comprometida; no es alienante, sino que nos responsabiliza.

Los que esperan en Dios ponen sus frágiles manos en su mano grande y fuerte, se dejan levantar y comienzan a caminar; junto con Jesús resucitado se convierten en peregrinos de esperanza, testigos de la victoria del Amor, de la potencia desarmada de la Vida”.

Lee el mensaje completo aquí.

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