Sería iluso pensar que el demonio se toma unas vacaciones en Navidad para que podamos disfrutar de las fiestas.

Recordemos que nuestro “adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Pe 5, 8).

En un artículo en National Catholic Register, la escritora Sherry Antonetti nos advierte de ciertas estrategias que Satanás utiliza contra nuestra alegría cristiana, aquella que nace al recordar que somos salvos por el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Cristo.

1. Envidia

Es común sentir un poco de envidia si vemos que a otros les fue mejor durante el año. Quizás otros tienen casas más grandes y mejor adornadas que la nuestra o tienen regalos más caros. El diablo aprovechará esto para que no mires las cosas buenas que Dios te ha dado.

2. Gula

No solo en cuanto la comida de Nochebuena o Año Nuevo. Sino en una “gula espiritual” del consumismo, de gastar para sentirse poderoso o pleno. Quizás para sentirse importante e indulgente porque eres el familiar con más poder adquisitivo y por ende puedes regalar más. El mejor regalo es aquel que denote que has pensado en la otra persona y has gastado tiempo en ella.

3. Codicia

El demonio intenta de quitarte el placer de recibir y dar regalos o cariño. Intentará evitar que recuerdes a Aquel que puede llenar tus vacíos, y quieras saciar tus necesidades con comida, regalos y demás. Disminuyendo tu dignidad a lo que posees o lo que otros piensen de ti, te olvidas de lo que realmente eres: hijo de Dios.

4. Pereza

Esto no es sorpresa. El demonio querrá que no te muevas de la cama (que es diferente que tomar un merecido descanso por el trabajo de todo el año). No querrá que adornes tu casa celebrando el nacimiento de Jesús. No querrá que recuerdes la alegría de la fiesta. Intentará convencerte de no mover ni un dedo y quedarte pegado al sofá, a la cama o al televisor.

5. Miedo

Si con lo ya escrito el demonio no tiene suficiente, usar la “carta” de “mira en la porquería de mundo en el que vives” es algo común. Recordarte el pecado, las enfermedades y las injusticias de la vida ayuda a que no recuerdes a que vino un Salvador, y vino por amor a ti. Si bien es de ilusos vivir sin tener consciencia del mal que existe, es pecado sumergirte en este y no confiar en Dios. Confiar a que un día tendrá una segunda venida y reinará.   

¡No permitamos que el diablo nos robe la alegría que nos trae el nacimiento de Jesús!

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