Las redes sociales se han convertido en nuestro modo de conectar con los demás, pero así como nos vinculan también pueden atraparnos y encerrarnos. 

Esa red de lo virtual, donde nos podemos perder en medio de aspiraciones, deseos, juicios, condenas y críticas, también es el lugar en donde nos hemos acostumbrado a habitar para no estar “aburridos”. La mayoría de las veces nos cuesta no estar allí, nos cuesta permanecer en silencio, estar solos, incluso aburrirnos.

Hoy te queremos hablar de algunas formas de “aburrirnos” con sentido:

1. Desconéctate para que Dios te encuentre

Si nos sentimos aburridos, atrevámonos a “desconectar” y tratemos de escuchar la voz de Dios.

Si nos cuesta mucho rezar, hagamos unos minutos de silencio y veremos que poco a poco seremos más capaces de descubrir lo que Dios nos pide aún en las situaciones cotidianas, o cuando nos sentimos tristes o decepcionados. 

Jesús es quien viene a arrebatarnos de las redes en las que hemos estado atrapados, a enseñarnos un nuevo sentido para lo que nos sucede, y que no siempre es necesario huir de nuestras situaciones de soledad o aburrimiento, porque siempre podemos encontrarlo a Él.

Jesús nos llama en nuestra vida diaria: los primeros discípulos, como otros personajes de la Biblia, son llamados a seguirlo mientras están cumpliendo con sus actividades ordinarias. Por ejemplo a Mateo lo llamó mientras hacía su trabajo como recaudador de impuestos: “Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió (Mt 9, 9-10). 

2. Salir de nuestras “rutinas tranquilizadoras”:

Mientras vamos creciendo nos vamos acostumbrando a ciertos hábitos y formas de proceder  sin preguntarnos por qué hacemos las cosas de determinada manera. Nos cuesta cruzar a la otra orilla, detenernos a pensar y profundizar. Hacemos lo que tenemos que hacer sin correr riesgos.

Aprendamos a incomodarnos un poco, salir de nuestra zona de comfort, cambiar nuestros esquemas para poder abrirnos a la novedad que nos muestra Jesús, haciendo más cosas por los demás, buscando espacios para la oración, entrar en contacto con la naturaleza como creación de Dios y con nuestra vida interior.

3. Cambiar:

Cambiar muchas veces significa dejar aquellos hábitos o posesiones que no nos dejan vivir en la auténtica libertad cristiana. Jesús invita a sus primeros discípulos a dejar atrás sus vidas, que no eran malas, pero que no les permitían responder al llamado que les hacía. A veces debemos dejar hábitos que no nos dejan avanzar en la vida cristiana. Pensemos qué cosas podemos dejar en nuestra vida, para darle paso a lo que realmente necesitamos.

4. Vivir la paciencia de la fe:

Cuando estamos “aburridos” nuestro habitual deseo es estar "en otra parte", escapar de la realidad. Sin embargo, nos hace bien tener el valor de permanecer donde estamos y acoger nuestro "aquí y ahora", nuestra situación tal como es, la presencia de Dios.

La fe no pierde su valor, aunque sea tentada por la pereza, sino que demuestra su autenticidad resistiendo a pesar de todo. Es esa fe que permanece en el corazón.

5. Caminar siempre:

El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en llegar a ser grandes místicos, sino en ser capaces de perseverar en tiempos áridos. Es ahí cuando tenemos que  caminar, caminar, caminas… Y si nos cansamos, hay que hacer una pausa y volver a caminar. La clave es perseverar. Recordemos la parábola de San Francisco sobre la perfecta alegría: “no es en las infinitas fortunas llovidas del Cielo donde se mide la habilidad de un fraile, sino en caminar con constancia, incluso cuando no se es reconocido, incluso cuando se es maltratado, incluso cuando todo ha perdido el sabor de los comienzos”. 

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