Después de todo, ¿nunca puede equivocarse? ¿Todo lo que dice es dogma? ¿Y es santo solo por ser Papa?
La infalibilidad del Papa es uno de los dogmas más incomprendidos de la Iglesia — y uno de los más caricaturizados por quienes nunca han leído el Catecismo.
¿Vamos a aclarar esto de una vez por todas? Aquí van 5 verdades que todo católico debe saber sobre qué es (y qué no es) la infalibilidad papal.
1. El Papa no es infalible en cualquier cosa que diga
Si el Papa se equivoca con el nombre de un jugador del Mundial o da mal una estadística, él no ha perdido la infalibilidad — simplemente es humano.
La infalibilidad sólo se da cuando:
- habla como jefe de la Iglesia
- se pronuncia sobre fe o moral
- define una doctrina válida para toda la Iglesia
Es decir: entrevistas, documentos políticos u opiniones personales no cuentan.
2. Infalible no significa impecable
Sí, el Papa peca. También se confiesa. También reza el Mea culpa.
Y sí: la historia tiene episodios vergonzosos, porque el Papa continúa siendo humano.
La infalibilidad no es un “aura mágica” que impide al Papa equivocarse como persona. Es una promesa de Cristo de que, al enseñar oficialmente la fe, no llevará al rebaño al error.
3. El Papa sigue siendo polvo
Hay una escena bellísima que sucede cada Miércoles de Ceniza en el Vaticano:
El Papa, con su sotana blanca, se acerca al altar… y escucha la misma frase que cada uno de nosotros:
“Acuérdate, hombre, que eres polvo y al polvo volverás”.
No importa cuántas multitudes reúna o cuántas decisiones firme.
La infalibilidad no cambia lo esencial: el Papa es un hombre como nosotros, que necesita la salvación como todos nosotros.
4. No: no es infalible en matemáticas, política o fútbol
Si el Papa dice que el Napoli juega mejor que el Real Madrid… puedes no estar de acuerdo.
La infalibilidad no cubre gustos personales, predicciones económicas ni juicios históricos.
Sirve para proteger la fe del pueblo de Dios en lo referente a la salvación — no para resolver debates sobre vacunas, geopolítica o tácticas de juego.
5. La infalibilidad no es para glorificar al Papa — es para proteger a la Iglesia
Este don existe porque Jesús prometió que la Iglesia no sería vencida por el error (Mt 16,18).
Es una garantía de que, incluso con líderes imperfectos, la verdad de la fe permanece firme.
Como decía Benedicto XVI: la barca de la Iglesia es conducida por Cristo. El Papa es el timonel — pero quien guía es el Señor.
En resumen: la infalibilidad es un recordatorio de la fidelidad de Dios
La doctrina puede parecer difícil, pero en el fondo dice algo sencillo: Dios cuida de su Iglesia.
Y cuando el Papa enseña algo con autoridad máxima, podemos confiar — no porque él sea perfecto, sino porque el Espíritu Santo lo es.