Era un joven de veinticinco años, católico “no muy practicante” hasta que una experiencia cercana a la muerte no solo lo devolvió a la fe sino que lo convirtió en sacerdote.

Hoy, veintiún años después, el padre Vincent Lafarge vive en Villeneuve, Suiza, y se prepara para convertirse en capellán de un hospital cercano en Rennaz.

“Vi esa famosa luz inmensa”, tuvo una experiencia cercana a la muerte y se convirtió en sacerdote

El sacerdote recuerda que antes de tener un terrible accidente en motocicleta, “tenía tres trabajos al mismo tiempo: era actor por la noche, locutor de radio por la mañana y profesor de francés durante el día. Como muchas personas de esa edad, pensé que era inmortal“.

Entonces era creyente “no muy practicante, pero solía leer en misa para mi comunidad católica. Estaba más acostumbrado a hablar con Dios para llamarlo a rendir cuentas por la desgracia y la maldad del mundo, en lugar de orar”, reconoce.

Sin embargo un día, mientras manejaba, comenzó a meditar sobre esta aceleración con la que vivía.  “Estaba pensando en esto esa noche en mi motocicleta y comencé a hablar con Dios en mi corazón. Le dije: ‘Sé que voy demasiado rápido y que este tic dice algo sobre mi vida. Estoy haciendo demasiado y me gustaría poder frenar, pero no sé cómo hacerlo, sobre todo porque amo todo lo que hago’. Agregué: ‘Si eres tan inteligente, si realmente existes, ¿por qué no intentas detenerme?’“.

Y ocurrió algo sorprendente. “Estaba en un semáforo en rojo; y en ese momento, muy claramente, una voz que cubría la música que escuchaba en voz alta en mis auriculares comenzó a hablarme. Esta voz, muy suave y amable – y que no tenía nada que ver con la voz de mi conciencia – me preguntó dos veces: “¿De verdad eres consciente de lo que me estás preguntando?” Y dos veces, en voz alta, sin estar seguro de lo que estaba haciendo, respondí: ““.

El semáforo se puso verde y el joven avanzó unos 100 metros antes de embestir un automóvil de frente a 80 km/h. El vehículo llevaba una velocidad similar así que el impacto resultó demoledor.

Y a continuación ocurrió algo que resultó providencial. “La conductora tenía un teléfono celular en su automóvil (que no era común en 2000), e inmediatamente llamó a la policía en lugar de a la ambulancia porque estaba convencida de que yo estaba muerto cuando me encontró en un charco de sangre”, cuenta el sacerdote.

Y luego explica: “Esto es lo que me salvó la vida porque luego nos dijeron que la ambulancia estaba atascada en el tráfico lejos del lugar del accidente, mientras que un coche médico de la policía estaba cerca y llegó en dos minutos”.

Tras el accidente, a pesar de sobrevivir al impacto, sufrió daños muy graves. “Tuve muchas fracturas, especialmente en la pelvis, que desencadenaron una hemorragia interna que no se detectó de inmediato. [Un médico] reconoció una mancha que indicaba que me estaba desangrando y comprendió que me estaba muriendo. Mi corazón se detuvo justo afuera de la puerta del quirófano”.

Experiencia cercana a la muerte

Este fue su relato completo de lo acontecido:

“Lo que sucedió en ese momento es mucho más vívido que cualquier otra cosa en mi mente. De repente vi una escena que podía observar desde arriba. Vi a una persona herida en una cama, gente moviéndose a su alrededor, y luego escuché un pitido que indicaba que un corazón se estaba deteniendo. Estaba preocupado por esta persona sin entender que era yo. Estaba en un estado de total bienestar.

En realidad, duró apenas un minuto, pero en mi percepción, fue mucho más largo. Entonces, de repente, me di la vuelta, como si alguien me tirara por detrás. Pero en lugar de ver el techo, vi esa famosa luz inmensa, de la que nunca había oído hablar antes. Es mucho más potente que la luz del sol, sin deslumbrar. Me atrajo. Floté hacia esta luz por unos momentos, pero a diferencia de otros, [que, por ejemplo, afirman haber visto a seres queridos fallecidos o incluso a Jesús], no fui más lejos. Sin embargo, para mí, esa luz estaba habitada, no por una persona visible, sino por una presencia evidente, que era Amor, Amor incondicional. Y, para mí, como aprendí después, el amor es una Persona: Dios. Esto es lo que sentí muy profundamente.

De repente fui arrojado de nuevo a mi cuerpo. Fue el peor momento de mi vida, sensorialmente hablando, aunque fue entonces cuando mi corazón comenzó de nuevo. Todos mis dolores se despertaron”.

El camino a la conversión

Luego del accidente y conforme se iba recuperando, lo visitó un capellán. La primera vez lo ignoró, pero el sacerdote lo siguió visitan y un día “me explicó extensamente que Dios nunca hace el mal, que no quería el mal que me había caído, sino que lo estaba usando para tocar mi corazón”.

Esa fue la primera semilla. Pero la conversión después de la experiencia cercana a la muerte no fue inmediata. “Primero pasaron dos años, durante los cuales exploré todas las religiones del mundo“. Hasta que, en una ocasión, escuchó a una persona en la radio hablar de temas de poesía, arte, películas; todo lo que él amaba. Y descubrió que el locutor era un sacerdote. Eso lo terminó de convencer, habló con él por teléfono y decidió entrar al seminario.

El padre Vincent Lafarge fue ordenado sacerdote en 2010 y hoy se está preparando para reemplazar como capellán a aquel mismo párroco que lo visitó luego de su accidente.

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Este artículo fue traducido y adaptado de la entrevista de Solène Tadié para National Catholic Register.

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