¡Una hermosa oración del Cuerpo y la Sangre de Cristo! Antes de la aparición de la Virgen María a los pastores en Fátima, un ángel se apareció a los niños y les enseñó cómo debían rezar a Dios.

En las primeras de esas apariciones, mientras los niños jugaban en una cueva, el ángel descendió y les indicó que debían pronunciar tres veces las siguientes palabras en forma de oración:

“¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman” (Memoria de la hermana Lucía, “Segunda Memoria”, p. 78).

Poco tiempo después, los niños se hallaban rezando de esta manera cuando apareció el ángel nuevamente.

“Tenía en la mano izquierda un Cáliz, sobre el cual había suspendida una Hostia, de la que caían unas gotas de Sangre dentro del Cáliz. El Ángel dejó suspendido en el aire el Cáliz, [y] se arrodilló junto a nosotros”.

Entonces les enseñó la siguiente oración del Cuerpo y la Sangre de Cristo

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo,

te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,

presente en todos los Sagrarios de la tierra,

en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias

con que Él mismo es ofendido”.

Luego le dio la Hostia sagrada a Lucía y la Sangre del Cáliz la dividió entre Jacinta y Francisco. Y les dijo:

Tomen y beban el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparen sus crímenes y consuelen a su Dios” (Memoria de la hermana Lucía, “Segunda Memoria”, p. 79).

Recuerda esta oración del Cuerpo y la Sangre de Cristo cuando recibas la Eucaristía o en la adoración al Santísimo.

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