Ocurrió lo que para muchos es un milagro en el norte de Europa, específicamente en Islandia. La Iglesia Católica está creciendo, al igual que las familias.

¿Por qué sería esto un milagro? Pues porque en un país de mayoría luterana, al menos según las estadísticas, y a pesar de las crisis que sacuden a la Iglesia, hay una comunidad de fieles muy dinámica, animada y joven que llena cada vez más las iglesias católicas del país.

Este crecimiento sorprendente por venir de un país donde casi no hay niños con Síndrome de Down -porque son abortados- y en general el aborto es financiado por el estado bajo cualquier pretexto.

Quizás, una de las explicaciones para este “milagro” es que los jóvenes que hoy frecuentan las bancas de las iglesias católicas islandesas son, en su mayoría, hijos de inmigrantes de Europa del Este o de Asia para cubrir la mano de obra del país.

“Hoy tenemos miembros de la Iglesia Católica que han venido de muchas naciones y contamos con casi 100 idiomas”, dijo el Obispo de Reykjavik, Mons. David Tencer al National Catholic Register.

Cincuenta años después de su fundación, la diócesis de Reikiavik, formada por seis parroquias y 18 iglesias, nunca ha sido tan numerosa y tan propensa al crecimiento: “Somos la comunidad católica de más rápido crecimiento en los países nórdicos”, dijo el Mons. Tencer.

Oremos por nuestros hermanos de Islandia, para que den frutos en abundancia y hagan crecer en bondad a nuestra golpeada pero amada y fuerte Iglesia.  

(Diocese of Reykjavik and John Aidan Byrne photos)

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