La oficina de Prensa de la Santa Sede presentó el día de ayer la Exhortación Apostólica “Christus Vivit” (CV) que rescata el mensaje y lo aprendido en el Sínodo sobre los jóvenes del año pasado.

En este se puede encontrar muchos ejemplos de jóvenes que pusieron su vitalidad y fuerza en seguir a Dios y sus mandamientos; así también cómo Dios concibe al joven cristiano:

Los jóvenes en el Antiguo Testamento:

Vemos la presencia de muchos jóvenes que hicieron la diferencia en la historia del Pueblo Elegido:

1. José: Dios tenía una relación cercana con él, tanto que se comunicaba con él mediante sueños, y logró ser un hombre poderoso en Egipto (Gn 37, 2-3; Gn 47).

2. Gedeón: Dios reconoció en él una personalidad fuerte y lo mandó a usarla para salvar a su pueblo (Jc 6, 13-14).

3. Samuel: A pesar de ser un joven inseguro, Dios le daba consejo y él abrió su corazón para escucharlo (1 S 3, 9-10).

4. Saúl: Era joven cuando Dios lo llamó a ser rey de Israel (1 S 9,2).

5. David: Era un muchacho cuando venció a Goliat y se convirtió en el rey de Israel (1 S 16, 6-13).

6. Salomón: Por su juventud, él tenía miedo de convertirse en rey. Pero fue por la audacia de su juventud que pudo pedir a Dios la sabiduría necesaria para gobernar (1 R 3,7).

7. Jeremías: “¡Ay Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven”, le dijo a Dios. Pero Él le dio la fuerza para despertar a su pueblo (Jr 1, 6-8).

8. Una “muchachita de Israel”: Así la llaman en la Biblia, era una joven judía que ayudó al militar extranjero Naamán sanándolo (2 R 5,2-6).

9. Rut: Fue una jovencita que fue ejemplo de generosidad y paciencia, así como de audacia (Rt 4, 1-17).

¿Y qué hay del Nuevo Testamento?

La exhortación nos muestra al eterno jóven: Jesús. Sus enseñanzas muestra que nos quiere regalar un corazón eternamente joven también. Ya San Pablo nos indicaba: “Eliminen la levadura vieja para ser masa joven” (1 Co 5,7), o que debemos despojarnos del “hombre viejo” (Col 3,9-10).

“Para Él la edad no establecía privilegios”, resalta la exhortación. A Jesús no le gustaba que los ancianos menospreciaran a los jóvenes por su edad. Esto se nota cuando decía “que el mayor entre ustedes sea como el más jóven” (Lc 22,26).

Sin embargo, Dios nos enseña en sus apóstoles que, si bien un joven no es menors por su edad y que el mundo puede aprender de nuestra vitalidad, estos deben ser sumisos a los ancianos (1 Pe 5,5) y aprender de su historia.

La juventud es esencial para el cristianismo. “Christus Vivit” nos recuerda que “si has perdido el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad, ante ti se presenta Jesús como se presentó ante el hijo muerto de la viuda, y con toda su potencia de Resucitado el Señor te exhorta: ‘Joven, a ti te digo, ¡levántate!’ (Lc 7,14)”.

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