Este fin de semana, el famoso periódico e influencia mundial New York Times publicó en su página de internet una nota que titula: “‘It is not a Closet. It is a Cage.’ Gay Catholic Priests Speak Out” (“‘No es un clóset. Es una jaula’. Hablan los sacerdotes católicos gays”).

En este, 20 sacerdotes hablaron desde el anonimato sobre sus experiencias siendo sacerdotes y homosexuales a la vez, y como se percibían como personas presionadas a no ser libres en su sexualidad.

Ante esta publicación, el sacerdote dominico y doctor de teología moral, Thomas Petri, hizo la siguiente declaración en su cuenta de Twitter:

“No tengo paciencia para estos sacerdotes que ‘salen [del clóset]’ como gays e insisten que el sacerdocio es un especie de jaula. Nadie te fuerza a convertirte en sacerdote. Los fieles no necesitan lidiar con tus problemas, amigo. Ellos no merecen lidiar con ninguno de tus problemas. Punto.

Sacerdotes que insisten en que ellos ‘no pueden ser quienes son’ en el sacerdocio, quieren decir que ese ‘quienes son’ no es un sacerdocio como la Iglesia *siempre* lo entendió. Lo último que los fieles  necesitan son sacerdotes que hacen de su sexualidad su identidad principal.

“Ser gay” o “salir [del clóset]” puede ser para usted, Padre, un yo auténtico, pero eso está en contra de su ordenación, cosa que lo hace a usted ser Cristo en persona al servicio del pueblo de Dios.

Si no puede vivir de esa manera, si no se puede entregar libremente, sin hacer de su sexualidad una “cosa” en la ecuación, entonces sea un hombre, sea noble, y como el Santo Padre Francisco indicó: deje el sacerdocio.

Esto se aplica, por si acaso, para los sacerdotes que encuentran en ellos una gran y completa distracción en cuanto su sexo. Si su sacerdocio se basa en estar con una mujer que se le es atractiva, en tener pensamientos y lenguaje sexualizados, usted tiene un problema.

Un sacerdote no puede ayudar a sus hijos si sufre de una distracción desastrosa, si es un hombre que necesita que los recojan y lo corrijan. Ese es un cambio de roles clásico de una familia disfuncional. Esto no tiene lugar en el sacerdocio y en la Iglesia”.

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