Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), si tus seres queridos y tú mueren en gracia de Dios, entonces serán parte de la Iglesia Celestial. Es decir que en el Cielo estarán juntas las personas que amas, tú y Dios (CIC 1052, 1053, 1054).

Si tanto esta persona amada y tú, viven en comunión, gracia y amistad con Dios, podrán volverse a ver, y vivirán eternamente juntos en presencia de la Santísima Trinidad (CIC 1023, 1024).

Sin embargo, recordemos que el fin último de nuestras vidas no es reencontrarnos con nuestros seres queridos, sino poder llegar al Cielo y estar con Dios (CIC 1024).

Asimismo, el amor que sentimos y vivimos con las personas especiales de nuestra vida cobra mayor sentido cuando está en comunión con la vida y amor que se vive con la Santísima Trinidad (CIC 1024).

Aun así, la salvación de una persona depende solo de Dios y de nadie más. Por más amor que le tengas a esa persona, si ella por libertad decidió vivir lejos de Dios y morir de esa forma, tendrá su juicio particular y la misericordia de Dios se encargará de su destino (CIC 1021, 1022, 1059).

Por ello es esencial vivir las enseñanzas de Jesús y compartir su Palabra, porque ayuda tanto a tu propia salvación como a la de los demás.

Recuerda que el deseo máximo de la Iglesia es que ninguno de sus hijos se pierda en el infierno (CIC 1058).

Roguemos a Dios para que nos dé la sabiduría necesaria para comprender nuestra misión última de llegar al Cielo, y el amor suficiente para poder compartirlo con sus hijos.

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