El sacristán, sea laico o religioso, es el encargado del orden, cuidado y limpieza de una iglesia.

Es aquel que busca tener todo lo necesario para que el sacerdote pueda presidir la Eucaristía. Su presencia, por ende, es sumamente importante.

Es el primero en llegar al templo por la mañana, y el último en irse, ya que su misión es que todo quede en orden para los oficios de hoy y del día siguiente.

Un sacristán tiene que ser paciente, ya que muchas veces puede tratar con fieles y sacerdotes mal educados e imprudentes.

Asimismo, requiere que sea humilde, ya que se encarga de tareas de servicio como limpiar, barrer, ordenar los cancioneros en las bancas, etc.

Pero lo más importante, lo que hace el sacristán alguien muy importante para la iglesia, es que es el primero y el último en orar en el templo.

Al llegar, ora para que su labor y los oficios del día puedan cumplir con la voluntad de Dios. Y al irse, ora agradeciendo por los frutos del día, y para que sean provechosos para el Plan de Dios.

Es por esto que el servicio del sacristán es importante para el crecimiento espiritual de la comunidad. Ya que en silencio y desde su puesto humilde, ayuda a que se de la celebración más importante de un cristiano: la Misa.

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