La Biblia nos advierte que los cristianos debemos estar alertas porque el demonio anda como león rugiente buscando a quién devorar. El diablo no quiere que gocemos de la eterna presencia de Dios y por eso se vale de 7 puertas para entrar en nuestra vida y alejarnos de nuestro Señor.

Conoce estas 7 puertas y ciérralas para siempre ¡No dejes que el demonio te arrebate la vida eterna! ¡Depende de ti!

1) La pornografía

Si le preguntáramos a un sacerdote por cuál es el pecado en el que más fácilmente caen los jóvenes, probablemente la pornografía encabezaría esa lista. Así como internet se ha convertido en una muy útil herramienta para estar comunicados, trabajar y hasta conocer sobre nuestra fe, también es usado por el demonio para tentarnos. Lamentablemente en la actualidad la pornografía está al alcance de cualquiera que use una computadora ¡también de los niños!

Cierra la puerta de la pornografía en tu vida. No destruyas ni tu vida eterna ni una sana concepción de la sexualidad.

2) Alimentación desordenada

Muy pocos se ponen a pensar realmente en esto. Alimentarse no es pecado; hasta la Palabra de Dios nos enseña que no es pecado lo que entra por la boca del hombre sino lo que sale de ella. Pero la alimentación desordenada es el principio (una puerta) de muchos pecados mayores.

Míralo así: una alimentación desordenada, descontrolada, excesiva, en el fondo es producto de un deseo no regulado por la razón. Si no somos capaces de dominar ese simple deseo de la carne ¿Cómo podremos vencer otros deseos desordenados mayores?

Vence ese deseo y le habrás cerrado la puerta a multitud de pecados.

3) Desmedido amor al dinero

Aspirar a bienes materiales obtenidos legítimamente, es bueno. Dios no se molesta si fruto de tus talentos y tu esfuerzo consigues progresar económicamente o incluso ser millonario. El problema surge cuando el dinero se convierte en el centro de tu vida ¡el centro de tu vida debería ser Dios!

Cuando el dinero se convierte en el centro de tu vida le estás abriendo las puertas a muchos pecados. Por amor al dinero existen los robos, asesinatos, corrupción, narcotráfico, etc.

Busca el progreso económico ¡pero que eso nunca se convierta en el centro de tu vida!

4) Ociosidad

Cuánto bien podrías estar haciendo sino fuera por tu desgano, tu desinterés, tus pretextos. El demonio se complace cuando una persona es ociosa y no es capaz de hacer pequeños sacrificios por su propio bien, el de su prójimo o por amor a Dios.

¡Tira esa flojera y ponte a trabajar por el Reino de los cielos!

5) Falta de amor

Todos alguna vez hemos tenido uno de esos días en los que renegamos por todo y caemos en el error de tratar mal a nuestros hermanos. Esa actitud, además de ser bastante grosera, es abrirle una puerta enorme al demonio. Dios no quiere que haya en nosotros esos sentimientos; todo lo contrario, Él quiere que en nuestro corazón reine la paz, el amor, la templanza, la paciencia, etc.

6) Desear el mal a tu prójimo

Debemos ser capaces de ver a Jesús en nuestro prójimo. Tal vez no comprendamos por qué a ellos les va bien en muchas cosas y a nosotros todos nos salga mal. Tal vez puedas estar pensando que dicha situación es injusta, pero nunca debes desear el mal a tu hermano o alegrarte si cae en desgracia.

La clave es simple: Aprende a ser capaz de ver a Cristo en tu hermano.

7) Creer que estás por encima de los demás

Recuerda que Dios nos ha creado a todos iguales ante sus ojos. Para Él, tú vales lo mismo que cualquier otra persona aunque hayas conseguido reconocimientos, logros o dinero. Cristo murió en la cruz por todos y no solo por alguna clase privilegiada.

Por eso no debemos sentirnos superiores a nadie. Si en algún momento llegas a sentir eso, recuerda que le estás abriendo las puertas al enemigo.

Conclusión

Cierra esas siete puertas y vivirás conforme a la voluntad de Dios.
Por cierto, lo que les estamos diciendo no es ninguna revelación de algún exorcista o alguna nueva hipótesis teológica. Es lo que la Iglesia siempre ha enseñado con el nombre de Pecados Capitales: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia. 

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