Cada Miércoles de Ceniza todos nos acercamos a nuestras parroquias a comenzar la Cuaresma recibiendo las cenizas sobre nuestra cabeza.

Las cenizas suelen dibujarse en forma de cruz sobre la frente de los fieles después de la homilía. En ese momento, el sacerdote se acerca a los asistentes a misa y les dice:

“Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás!, o bien, “Conviértete y cree en el Evangelio”.

Entonces esparce los restos quemados de los ramos de olivo en la cabeza de los feligreses, todos los cuales forman una larga fila en dirección al altar.

Así es, más o menos, la forma en que se celebra la liturgia del Miércoles de Ceniza.  A partir de la imposición de las cenizas, cada uno de nosotros reconoce su fragilidad, finitud y mortalidad. Este acto nos recuerda que necesitamos la gracia de Dios y nos invita a mantener la actitud de penitencia que debemos guardar este tiempo.

Aunque el Miércoles de Ceniza nos introduzca en un período penitencial, siempre debemos tener esa alegría cristiana de quien sabe que al final del camino nos encontraremos con Jesús resucitado.

Entonces recordamos las palabras del papa Francisco cuando dijo que “el santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor” (Gaudete et exsultate, 122) y que “ordinariamente la alegría cristiana está acompañada del sentido del humor”.

También recordamos la célebre frase de santa Teresa de Jesús quien decía que “un santo triste es un triste santo” o al mismo san Bernardo cuando afirmaba que el “infierno jamás ha producido buen humor”.

Inspirados por esa misma alegría compartimos un gracioso gráfico para comenzar la Cuaresma el Miércoles de Ceniza. Si alguna vez un sacerdote dibujó la cruz sobre tu frente, tal vez encuentres esto muy divertido:

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