Un soberbio en ningún lado cae bien ni le cae bien a nadie, es más me atrevo a decir que el soberbio ni a Dios le agrada. Por eso es recomendable profundizar si somos soberbios o no. Por eso te dejamos estos pasos para saber si somos soberbios.
– Siente que nadie le merece.
– Se siente con derecho a humillar.
– Está seguro (a) de tener siempre la razón.
– No acepta sus errores.
– Se siente indispensable, sin él o ella no se hace las cosas.
– Es prepotente, altivo (a), engreído (a) y tirano (a).
– Es intolerante con la verdad ajena, es decir, no las acepta y se porta agresivo.
– Es dominante y controladora.
– Sus ideas son las únicas válidas.
– Le cuesta ver que otros estén bien, se molesta.
– Quiere todo para sí mismo, egoísta en una palabra.
– No ayuda sino a cambio de algo.
– No perdona porque piensa que si lo hace será débil o tonto.
La soberbia te puede hacer sentir miedo que se den cuenta que no eres perfecto y te dejen de admirar o amar.
Por lo tanto al soberbio(a) le cuesta trabajar en equipo. Dijo San Agustín: “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”. Hay un refrán que dice: “El oro hace soberbios, y la soberbia, necios”.
Hay una fábula de Esopo que encaja muy bien con la soberbia.
EL BUEY Y LA RANA
Una rana que se encontraba en una charca, vio un día acercarse a un buey a beber un poco de agua, y le llamo la atención el gran tamaño del animal. La ranita era muy pequeña, no más grande que un limón. Al ver al corpulento buey se llenó de envidia y decidió hincharse hasta igualarlo en tamaño.
La ranita mientras se iba hinchando les preguntaba a sus compañeras:
-¿Me he hinchado bastante para igualarlo? ¿Ya soy tan grande como él?
-No.
-¿Y ahora?
– Tampoco.
-¡Ya lo logré!
-¡Aún estás muy lejos!
Y la pobre rana se hinchó tanto que reventó.
Moraleja: El mundo está lleno de mediocres, que por envidia, se muestran ante los demás como grandes señores, es la soberbia que les hace pensar que son grandes pero el más grande en el mundo no es el más fuerte ni el más poderoso, el más grande ante el mundo y ante Dios es el humilde. Recuerda que la humildad es la puerta por donde entran todas las virtudes. Una oración humilde es la que más pronto escucha Dios.
Hasta la próxima.
Fuente: Padre Modesto Lule.