La bula de convocatoria del Jubileo del año 2025 tiene como título Spes non confundit, que significa "la esperanza no defrauda" (Rm 5, 5). Los Años Jubilares son proclamados cada 25 años por el Papa y están destinados a ser un tiempo especial de peregrinación y gracia.
El Jubileo de 2025 comenzó con la apertura de la primera Puerta Santa en el Vaticano el 24 de diciembre de 2024 y concluirá en la solemnidad de la Epifanía del Señor, el 6 de enero de 2026.
El documento de proclamación fue publicado en mayo de 2024, pero, al iniciar este Jubileo de la Esperanza 2025, queremos compartir algunos pasajes importantes que el Papa Francisco desea recordarnos en este Año Santo.
Recomendamos leer la bula, disponible en español en el sitio web del Vaticano, para rezar, profundizar en cada uno de los elementos mencionados por el Papa y conocer mejor los objetivos y aspiraciones de este Año Jubilar.
10 ideas que el Papa Francisco quiere que recuerdes en este Jubileo de la Esperanza:
1) Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza.
2) La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino.
3) Redescubrir la paciencia hace mucho bien a uno mismo y a los demás. San Pablo recurre frecuentemente a la paciencia para subrayar la importancia de la perseverancia y de la confianza en aquello que Dios nos ha prometido, pero sobre todo testimonia que Dios es paciente con nosotros, porque es “el Dios de la constancia y del consuelo” ( Rm 15,5).
4) Este Año Santo orientará el camino hacia otro aniversario fundamental para todos los cristianos: en el 2033 se celebrarán los dos mil años de la Redención realizada por medio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús.
5) todos, en realidad, necesitamos recuperar la alegría de vivir, porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26), no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente, amoldándose al momento presente y dejándose satisfacer solamente por realidades materiales.
6) La esperanza cristiana consiste precisamente en esto: ante la muerte, donde parece que todo acaba, se recibe la certeza de que, gracias a Cristo, a su gracia, que nos ha sido comunicada en el Bautismo, “la vida no termina, sino que se transforma” para siempre.
7) Lo que ahora vivimos en la esperanza, después lo veremos en la realidad.
8) Perdonar no cambia el pasado, no puede modificar lo que ya sucedió; y, sin embargo, el perdón puede permitir que cambie el futuro y se viva de una manera diferente, sin rencor, sin ira ni venganza.
9) La esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto. En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida.
10) Dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean.