Pocos han escuchado de la Beata Imelda Lambertini, pero después de leer su historia, se dirán ¡cómo es posible!

Lambertini nació en 1322 en Bolonia, Italia y fue hija de dos padres devotamente católicos. A pesar de que la costumbre de la época era recibir la Primera Comunión a los 15 años, ella ya hablaba de lo mucho que deseaba recibir a Nuestro Señor cuando sólo tenía 5 años.

Pero no se trataba de una niña queriendo imitar lo que hacían los mayores. Ella realmente entendía la Eucaristía, mucho más de lo que muchos pensaban. A pesar de ser solo una niña, ella solía preguntarle a los mayores, “Dime, ¿alguien puede recibir a Jesús en su corazón y no morir?”

Esta piadosa pregunta llegó a ser profética en su vida.

El milagro, el amor y la muerte

Ella tenía 11 años de edad, y estaba orando de rodillas en la Misa durante la vigilia de la Ascensión, cuando el sacristán que ayudaba al sacerdote notó algo sorprendente: Una luz milagrosa apareció sobre su cabeza.

El sacristán corrió para avisar al cura, el cual se sintió movido a ofrecer a Lambertini la Eucaristía a pesar de que ella no tenía la edad habitual para recibir la Primera Comunión.

Lambertini recibido a Nuestro Señor con gratitud y luego volvió a su asiento para orar; lugar en el que permaneció hasta después de la Misa para seguir orando. Pasó mucho tiempo y ella seguía orando; incluso su hermana fue enviada a buscarla para la cena.

Al llegar encontró a Lambertini de rodillas con una sonrisa en su rostro. Cuando su hermana le dio un pequeño golpe para llamar su atención, Lambertini cayó al suelo, había muerto.

Lambertini fue beatificada por el Papa León XII en 1826 y es la patrona de las primeras comuniones. Hoy sus restos permanecen en la Iglesia de San Segismundo en Bolonia, Italia.

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