Creo que como cristianos todos tenemos claro el hecho de que cada vez que recibimos un sacramento, estamos ante una gracia inmerecida que tiene como objetivo nuestra santificación, así tal cual. Sin embargo, es bastante común – por desgracia – que en los sacramentos de iniciación cristiana (Bautismo, Comunión y Confirmación), el ambiente se distorsione completamente, para convertirse en un mero evento social. Esto es algo que merecería otro artículo aparte, sin embargo a lo que quisiera apuntar hoy, es hacia los padrinos. Resulta que de un siglo a otro – si no es un poquito más – el papel que desempeñaban los padrinos, de guiar y reforzar en la fe, comprometiéndose con y ante Dios por velar en el crecimiento espiritual del ahijado/a, de repente se ha convertido en una especie de “título honorífico” reservado al mejor amigo o al que tiene el bolsillo más grande para recibir un buen regalo.

A continuación quisiera brindar ciertos puntos a considerar ante la decisión de escoger un padrino o madrina, o para que podamos orientar a que otros lo escojan con un criterio adecuado.

1) El padrinazgo NO es un “reconocimiento social”

Resulta que ya estando cerca la celebración del sacramento, los padres o el futuro ahijado andan viendo qué persona es la que “se merece” el padrinazgo. Y empiezan por los amigos de barrio, para terminar en el mejor amigo de toda la vida, porque – y éste es el criterio – “¿cómo no le vamos a decir a fulanito/a que sea él/ella el padrino/madrina?”, como si de repente se tratara de un reconocimiento a los años de amistad.

2) Debe tener una vida cristiana coherente

Resulta que muchas veces es justamente el padrino el que induce al ahijado a algún vicio o lo expone a situaciones pecaminosas. Aunque esto es algo penoso, sigue siendo bastante común. El padrino debe ser alguien que de un testimonio claro de una vida cristiana coherente, es decir, de confesión y comunión frecuente, de ir a misa los domingos, de un anhelo de santidad claro y una vida de oración estable.

No les alargo la historia, pero me he topado incluso con quienes han escogido como padrinos a personas que son abiertamente agnósticos.

3) Al padrino se lo busca “por sencillo y no por el bolsillo”

Muchas veces las ansias por que llegue el momento del sacramento, no es tanto por la gracia de Dios que hemos de recibir, sino por el tamaño del regalo que nos ha de llegar. Si este es el criterio, hay que desecharlo YA.

4) Nunca es recomendable el padrino “de emergencia”

Entonces, se piensa en la ropa, la comida, los invitados, los regalos y las fotos… pero del padrino no nos hemos sentado siquiera a pensar unos minutos sobre quién  pueda ser, de manera que unos días antes – y a veces hasta el mismo día – escogemos al primero que se nos ocurre, como si se tratara de cualquier cosa, cuando en realidad lo que estamos escogiendo es a aquella persona que habrá de sostenernos y acompañarnos en nuestro camino espiritual.

Si ya has escogido a tu padrino/madrina y nunca tuviste en cuenta ninguno de estos criterios, o te sucedió que incluso el padrino se cambió de religión (hay de todo en la vida), pues aunque no podamos regresar el tiempo, podrá servirnos como reflexión personal, para ayudar a que otros no tomen una mala decisión.

“Para que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los padres. Ese es también el papel del padrino o de la madrina, que deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana. Su tarea es una verdadera función eclesial.” Catecismo de la Iglesia Católica.

¿Qué otro tip agregarías a esta lista?

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