San Pedro Damián, el santo que luchó contra el abuso sexual en la Iglesia
San Pedro Damián nació en Ravenna en el año 1007 y fue el último de seis hijos. Quedó huérfano a muy temprana edad y vivió en un estado de pobreza absoluta junto con sus hermanos.
Creció y por su inteligencia se convirtió en académico y profesor. Sin embargo vivió una vida mundana y apasionada. Cansado de este estilo de vida, decidió ser monje a los 25 años, logrando dominar así sus bajas pasiones y entregarse completamente la Señor.
Una enfermedad repentina lo obligó a detener sus viajes apostólicos, en Faenza, en el monasterio benedictino de Santa Maria Vecchia, en las afueras de la ciudad, y murió allí en la noche entre el 22 y el 23 de febrero de 1072. Fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1828 por el Papa León XII.
Contra el abuso sexual en la Iglesia y la práctica de la sodomía
San Pedro Damián es famoso por regañar severamente a los sacerdotes que traicionaron el celibato y que estaban dedicados a la sodomía.
En ese momento, de hecho, la práctica del nicolaísmo estaba muy extendida, una doctrina herética que profesaba la libertinación y el consumo de carne de animales sacrificados a los ídolos.
Durante la Edad Media, esta doctrina fue particularmente activa en la región de Lombardía y, en especial, dentro de la Iglesia Ambrosiana. Fue durante este período que el santo escribió el “Libro de Gomorrian” (o “Libro de Gomorra”). El mismo trataba sobre los pecados relacionados con la moral sexual, entre los cuales denunciaba la sodomía con gran firmeza.
En varias ocasiones incluso dirigió cartas a los Sumos Pontífices recomendándoles que hicieran todo lo que estuviera a su alcance para e combatir la relajación y las costumbres en la Iglesia.
San Pedro Damián fue también conocido por su rectitud como director espiritual. En cierta ocasión impuso una pena a un obispo que en lugar de ejercer su magisterio se dedicaba a jugar al ajedrez.
El santo le encomendó que rezara tres veces los 150 salmos de La Biblia, que lavase los pies a doce pobres y les diese una moneda de oro a cada uno. El obispo arrepentido lo cumplió.
¡Qué este santo ruegue porque este terrible mal puede extirparse de la Iglesia!
[Ver: ¿Qué actitud tomar ante los abusos de sacerdotes? 10 ideas para reflexionar]
[Ver: ¿Cómo reaccionar frente al informe de Pensilvania y los abusos en la Iglesia?]