Los dos pecados que ofenden gravemente a Dios según la aparición de la Virgen de La Salette
El sábado 19 de septiembre de 1846, la Virgen María se apareció a dos pastores en La Salette, un pueblo de Francia. En esta aparición advirtió sobre dos pecados que ofenden gravemente a Dios y que atraerían una gran peste en las cosechas si el pueblo no se convertía y hacía penitencia.
La devoción a la Virgen de La Salette fue aprobada por el Papa Pío IX en 1852 y León XIII elevó el santuario al rango de Basílica y decretó la coronación canónica de Nuestra Señora de La Salette en 1879.
Los dos pecados que ofenden gravemente a Dios según la aparición de la Virgen de La Salette
Los dos niños pastores se llamaba Melanie y Maximino. Ambos caminaban por el prado guiando a su ganado cuando de pronto vieron un globo luminoso cerca de una quebrada. Se acercaron sorprendidos y fascinados y vieron a una señora sentada en una piedra. Estaba con el rostro entre sus manos y lloraba amargamente.
Los pastorcitos estaban asustados pero la Virgen los llamó y les dijo que se acercara, que no tuvieran miedo.
Nuestra Señora se presentó con un vestido blanco con un delantal ceñido a la cintura, un chal blanco con rosas de diferentes colores en los bordes. De su cuello colgaba una cadena con un crucifijo. Sobre la barra del crucifijo colgaban de un lado el martillo y del otro las tenazas. De su cabeza una corona de rosas. Y tenía lágrimas en sus ojos.
El mensaje de la Virgen
Una vez que se acercaron, la virgen les dijo que la mano de su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las leyes de Dios.
“La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la religión.
El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de mi Hijo sea más pesada”, dijo la Virgen de La Salette.
Y entonces la Virgen les predijo que habría hambrunas y escasez, que el año pasado le pérdida de la cosecha de papas se debía a esa razón. Pero entonces, los hombres volvieron a maldecir a Dios.
Los dos pecados contra Dios eran la blasfemia y no santificar las fiestas.
Por esa razón, la cosecha volvería a echarse a perder, el maíz y el trigo se volverían polvo al golpearlo, las nueces se estropearían y las uvas se pudrirían. Pero si el pueblo se convertía no habría hambre.
Las calamidades
Como la Virgen de La Salette advirtiera, ese año se cumplieron las calamidades anunciadas. Cosechas enteras se papa se perdieron en toda Europa.
Muchos comenzaron a ir a misa. Las tiendas fueron cerradas los domingos y la gente cesó de hacer trabajos innecesarios el día del Señor. Las malas palabras y las blasfemias fueron disminuyendo al igual que otros pecados.
La indagación reciente de Vittorio Messori
El célebre escritor e investigador Vittorio Messori realizó una indagación sobre estas calamidades anunciadas por la Virgen de La Salette y encontró algo asombroso. Así lo narra en su libro Hipótesis sobre María:
“Hemos descubierto que precisamente un año después, llegó a Francia, desde Norteamérica, un azote devastador, y hasta entonces desconocido, para la vid. En efecto, la manifestación de la criptógama (llamada ‘oídio’ o ‘mal blanco’), un hongo parásito que provoca, precisamente, que las uvas, literalmente, ‘se pudran’.
En efecto, los daños provocados en la segunda mitad del siglo XIX por las invasiones de parásitos hasta entonces desconocidos fueron tales que hoy, en Europa (y especialmente en Francia), no existe ninguna especie de vid que sea anterior al 1847“.
En resumen, la aparición de la Virgen de La Salette nos advierte de dos pecados que ofenden a Dios gravemente: la blasfemia y no tomar el domingo como día de descanso y para ir a la Santa Misa.
¡Señor, ten piedad de nosotros!