Tres sacerdotes y una religiosa... ¡en una misma familia!
Danny Morrison fue ordenado sacerdote el 21 de junio, una gran alegría para su familia. Pero su vocación no es un caso aislado: con su ordenación, los Morrison celebran ahora tres hijos sacerdotes y una hija religiosa, un testimonio extraordinario de entrega a Dios dentro de una misma familia.
Eric y Grace Morrison, padres de siete hijos, nunca impusieron una vocación específica en sus hijos, pero tampoco se limitaron a observar pasivamente su crecimiento espiritual. Apostaron por una crianza centrada en la fe y el amor a Dios, que con el tiempo dio frutos abundantes.
Los tres hermanos sacerdotes - Padre James, Padre Nicholas y ahora Padre Danny - sirven en la Arquidiócesis de Washington. Su hermana, la hermana Mary Sophia, pertenece a las Hermanas Dominicanas de Santa Cecilia, en Nashville, Tennessee, donde emitirá sus primeros votos en agosto.
“No hubo un gran momento de conversión, sino simplemente este llamado lento del Señor a lo largo de mi vida temprana”, comentó el Padre Danny a la periodista Ann Schneible del National Catholic Register, sobre su camino al sacerdocio.
El recién consagrado sacerdote de 26 años indica que la relación de amistad entre sus hermanos es hermosa, algo que los ha llevado a buscar la excelencia juntos, a alcanzar la santidad.
“Una de nuestras frases favoritas como familia y entre hermanos es: todo o nada”, dijo el Padre Nicholas a National Catholic Register. “Seguimos tratando de ser radicalmente generosos con el Señor, de entregarle todo al Señor y trabajar para Él y para la salvación de los demás”.
Una familia llena de fe
El Padre Mark Ivany, director de vocaciones de la Arquidiócesis de Washington, conoce a la familia desde que los niños eran pequeños y afirma que el origen de tantas vocaciones no está en fórmulas especiales, sino en una fe vivida con naturalidad.
Eric y Grace Morrison hicieron “un trabajo realmente admirable al promover o alentar con delicadeza las vocaciones, sin presionar en absoluto, ni siquiera insinuar de manera subconsciente que sería mejor que sus hijos fueran sacerdotes o religiosas”, afirma.
“Creo que una de las principales cosas que hicieron los Morrison —y que cualquiera podría hacer— es simplemente proponer el sacerdocio o la vida religiosa como una vocación legítima, alegre y plena”, agrega.
Eric y Grace decidieron educar en casa a sus hijos, lo que les permitió integrar con los sacramentos y la oración en la rutina familiar. Iban con frecuencia a Misa diaria, pero nunca obligaron a sus hijos a asistir.
“Entendíamos, al enseñarles la fe, que su felicidad aquí en la tierra y en el cielo dependía de buscar la voluntad de Dios para sus vidas”, agrega Grace.
El Padre James, el mayor de los hijos y el primero en ser ordenado sacerdote, recuerda con gratitud la forma en que se vivía la fe en su hogar, algo que nunca fue una “obligación”.
“Obviamente, la practicábamos sin interrupciones ni superficialidad, pero era vista como nuestra vida”, explica. “No era algo adicional ni un compromiso dominical. Era nuestra vida”.
Sacerdotes en casa y amistades que contagian fe
Una de las prácticas que marcó la infancia de los Morrison fue invitar sacerdotes a cenar. Compartían la mesa, conversaciones y risas, y así los hijos conocieron de cerca el rostro humano y alegre del sacerdocio.
El Padre Nicholas comenta que uno de los recuerdos que permanece en su corazón es ver a dos sacerdotes en la cena familiar.
“Fue ese primer momento, cuando los dos vinieron a cenar, reían y pasaban un buen rato con nosotros. Esa fue la primera chispa en mi corazón al darme cuenta: ‘Wow, los sacerdotes son geniales y divertidos’”, recuerda.
El entorno social también fue clave. Los Morrison se rodearon de otras familias católicas con las que compartían la fe de forma auténtica.
“Las influencias más poderosas en mi vida, en cuanto a amistades, fueron discípulos” que “querían ser tan católicos como yo quería serlo”, señala el Padre James. “No era la ‘oveja negra’ que se fue al seminario. Estaba en la capilla de misa diaria o en la capilla de adoración justo al lado de ellos”.
El testimonio silencioso del matrimonio
Además de sus hijos consagrados, los Morrison tienen una hija casada con hijos propios, otro hijo que estudia en la Universidad Franciscana de Steubenville, y una hija menor, de 12 años, con necesidades especiales, que fue adoptada de Ucrania.
Para el Padre Ivany, este testimonio familiar confirma que la vocación nace, ante todo, del ejemplo vivido: “Todos los hijos de esa familia tuvieron un lugar privilegiado para presenciar un matrimonio católico alegre y ver esa vocación vivida de manera tan plena”.
“Nos animaron a ser radicalmente generosos con los demás, a ser radicalmente generosos con el Señor y, también, a ser radicalmente generosos con quienes nos rodean”, indica el Padre Nicholas.
El Padre Danny señala que en el amor de sus padres, al ver su ejemplo, fue donde cada uno pudo crecer en amor al Señor, en sacrificio y en cargar la cruz.
Todo por amor a María
La familia Morrison tiene una profunda devoción a la Virgen. Tras su matrimonio, Eric y Grace se consagraron al Inmaculado Corazón de María, y varias fechas clave en la vida familiar han coincidido con esta fiesta litúrgica: las ordenaciones sacerdotales de James y Nicholas, el diaconado de Danny, el matrimonio de su hija Anna, e incluso la fiesta asignada a la hermana Mary Sophia.
“Es únicamente por la gracia del Señor que alguien responde a una vocación y que cualquiera puede vivir la belleza de nuestra fe”, afirma la hermana Mary Sophia. “Mi familia en particular ha respondido de esta manera, pero todos estamos llamados a responder de forma similar y a estar abiertos a lo que sea que el Señor nos llame a hacer”.