¿Qué pasa cuando un objeto "toca" la reliquia de un santo? Esta es la explicación de la Iglesia Católica
¿Alguna vez has visto a un amigo o familiar “tocar” con sus rosarios o collares una reliquia?
Tal vez fuiste al Congreso Eucarístico Nacional en Estados Unidos y viste varias reliquias en exhibición. ¿Te pareció extraño o incluso confuso?
¿Alguna vez has pensado: "Soy católico, pero simplemente no puedo aceptar esto"?
No te preocupes, yo también estuve en tu lugar.
Primero, ¿qué es una reliquia?
La Iglesia Católica clasifica las reliquias en tres categorías diferentes:
Una reliquia de primer grado es parte del cuerpo de un santo, podría ser un trozo de hueso, cabello o un frasco de sangre.
Una reliquia de segundo grado es un objeto personal que usó el santo. Esto podría ser un libro, una prenda de ropa, un rosario, gafas o un diario.
Una reliquia de tercer grado (aquí entramos nosotros) es un objeto que ha tocado una reliquia de primer o segundo grado, o incluso la tumba de un santo.
¿Por qué los católicos veneran las reliquias?
¿Alguna vez has guardado un objeto de un ser querido que ha fallecido? ¿Cuando lo extrañas, te ayuda a sentirte cerca de él? ¿Cuando lo miras, recuerdas la hermosa vida y los recuerdos que creó?
De acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, sabemos que los santos están en la presencia de Jesús en el cielo y desean que nos unamos a ellos. Los santos son nuestros amigos e intercesores y, con sus vidas, nos han dejado hermosos ejemplos de santidad.
Cuando realizamos el acto de tocar con nuestros objetos de devoción las reliquias, creamos recordatorios físicos de su santidad. Tener este recordatorio constante cerca de nosotros puede ayudarnos en nuestra vocación hacia Dios.
Reverencia, no superstición
Rezar con o frente a una reliquia de un santo siempre debe hacerse con amor, respeto y reverencia, no con superstición. Estos objetos no son mágicos y no debemos tratarlos como tales.
Podemos pedir a los santos que oren por nosotros. Sin embargo, solo Dios puede interceder a través del objeto sagrado y darnos gracias.
San Jerónimo, Confesor y Doctor de la Iglesia, afirmó:
"Nosotros no adoramos las reliquias de los mártires, pero sí honramos a aquellos que fueron mártires de Cristo para poder adorarlo a Él. Honramos a los siervos para que el respeto que les tributamos se refleje en su Señor”.
Las reliquias pueden acercarnos a Jesús
Hay un santo para cada persona. Las reliquias pueden acercarnos a ellos y, a su vez, acercarnos a Cristo. Cada santo, desde Santa Faustina hasta San Pío de Pietrelcina, ha cargado pesadas cruces. Sin embargo, en su sufrimiento, valentía y profundo amor a Dios, se mantuvieron fieles.
Rezar frente a sus reliquias puede inspirarnos a vivir una vida de valor y devoción. Somos afortunados de tener recordatorios físicos de que la santidad es para todos.
Durante la Misa, cuando invocamos a nuestros amigos en el cielo en la Letanía de los Santos, una vez más se nos da esta afirmación.