¿Qué dice la Iglesia sobre la guerra? ¿Es lícito defenderse? Lo que un católico debe saber

Créditos: Pxhere.

La invasión de Rusia a Ucrania avivó el miedo a una guerra en gran escala, y muchos creyentes se preguntan cómo debe reaccionar una persona de fe ante un ataque.

La primera y fundamental enseñanza de la Iglesia es que “el quinto mandamiento condena la destrucción voluntaria de la vida humana”. Ya esta sola frase alcanza para que todo cristiano repudie cualquier guerra.

¿Qué dice la Iglesia sobre la guerra? ¿Es lícito defenderse? Lo que un católico debe saber

Al mismo tiempo, el Catecismo explica que “a causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, la Iglesia insta constantemente a todos a orar y actuar para que la Bondad divina nos libre de la antigua servidumbre de la guerra” (CIC 2307).

Sin embargo, bajo estrictas condiciones, la Iglesia enseña que se puede considerar legítima defensa mediante la fuerza militar (CIC 2309). ¿Cuáles son estas condiciones?

1. Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.

2. Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.

3. Que se reúnan las condiciones serias de éxito.

4. Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.

Estos elementos son los que tradicionalmente se establecen en la doctrina llamada de la “guerra justa”. Pero, esta situación de la legítima defensa jamás anula la ley moral durante los conflictos armados. (CIC 2312) ¿Qué determina esta ley moral?

1. Es preciso respetar y tratar con humanidad a los no combatientes, a los soldados heridos y a los prisioneros.

2.  Una obediencia ciega no basta para excusar a los que se someten a ella. Existe la obligación moral de desobedecer aquellas decisiones que ordenan genocidios.

3. Toda acción bélica que tiende indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de amplias regiones con sus habitantes, es un crimen contra Dios y contra el hombre mismo.

¡Oremos para que cese la guerra en Ucrania!

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